Iba a hacer balance del año por aquello de que se acaba, pero la verdad es que con una fiebre que fluctúa entre 38 y 40 me apetece una mierda hacerlo. Sin embargo, con esta temperatura, he tenido momentos de reveladora clarividencia, y he llegado a la conclusión de que este año, al igual que mi fiebre, ha fluctuado. Vamos, que a ratos ha ido bien, y a ratos ha ido mal. Justito justito lo mismo que el año pasado. Se podría pensar que este análisis es muy simple, y que para tener tanta fiebre no ofrece demasiada lucidez, pero en cualquier caso, pregúntenle a Alec Baldwin. Alec Baldwin se ha convertido en un gordito al que le dan papeles de gordito. No siempre ha sido así. Podríamos decir que la vida de Alec Baldwin ha fluctuado (al igual que mi fiebre y mi año 2007) entre buenos momentos y malos momentos, a veces gloria y a veces fracaso, a veces Bald y a veces Win, a veces nominado a oscar, a veces a razzie, incluso en el mismo año. Así que bueno, el resumen del año 2007, se lean la vida de Alec Baldwin.
P.D. ¿Qué le pasa a Alec Baldwin? ¿Por qué está tan gordo y decrépito? Bueno, la respuesta es obvia. Unas veces Bald y otras Win. Y él ya estuvo con Kim Basinger. ¡Que pague por ello!
Mi propósito para estas Navidades era escribir textos despiadados, rabiosos, deprimentes, descorazonados, avinagrados. Sin embargo, han ocurrido ciertas cosas de singular importancia. En primer lugar, alguien ha sugerido que le cambie el nombre al blog, y que en lugar de "Un Caos Muy Preciso", se llame "Las Disparatadas Vivencias de PepeDante". Al principio la idea me pareció bien, tirando a mal, pero después lo pensé dos veces y ya me entró un dolor de cabeza considerable. A continuación, otra persona me sugirió que escriba una novela. Esto no es nada nuevo, pues esta persona me sugiere lo de la novela constantemente, como si eso de escribir novelas fuera algo inevitable y que tarde o temprano todo el mundo hace. Vamos, que ya tienes 32 años, ¿y aún no has escrito una novela? La verdad es que me impacienté un poco. Me senté frente al teclado, dispuesto a escribir mi caos, mis disparatadas vivencias, mi novela existencial, mi canción de navidad incitando a la tristeza... Nada de eso fue posible. El caso es que mi amiga invisible debió de detectar algo porque el regalo que me hizo fue un vale para ir al spa. Supongo que las yemas de mis dedos me delatan, que las uñas me crecen miserablemente dejando un halo deslumbrante de frustración, que mis pelos se doblegan ante una obnubilación quasi-castrante... Total, tú al spa. Y ya que estamos, por qué no, me apunto a una sesión de masaje relajante e integral, que la próxima vez que me vean no me confundan con el señor Scrooge o el abominable lemur menguante. Después de buscar todos los ángulos posibles entre los chorros de agua y mis huesos y casi desaparecer entre las burbujas del jacuzzi, me tumbé boca abajo en la camilla para disponerme a recibir mi merecido masaje. En seguida la masajista me sacó de mi error. Ponte bocarriba, dejamos la espalda para el final. Fue entonces cuando pude oír con claridad las palabras de otro de mis amigos: AL MASAJE VE CON EL ARMA DESCARGADA, QUE LUEGO PASA LO QUE PASA...
Demasiado tarde. Me coloco bocarriba, la masajista me coloca una toalla sobre el pecho y comienza el masaje... por los pies. No sé si les he hablado de mis pies. Probablemente se hayan dicho muchas cosas acerca de ellos, pero lo resumiré escuetamente: son el centro sensorial de mi cuerpo. Apreté fuerte los ojos, pero en cuanto aquellos dedos hicieron contacto sobre la planta, no hubo mucho que hacer. Todas las corrientes sanguíneas se desbocaron en direcciones opuestas, los insectos internos despertaron con un ataque de nervios y urgieron a la carrera su vuelo hacia el eje motriz (¿el cerebro? lo dudo). En cualquier caso, allí se declaró con urgencia el estado de erección. En cinco palabras. I NE VI TA BLE. En estas circunstancias, consideré que lo mejor era disimular y no darle importancia al asunto. Mantener la calma. Esconder la vergüenza y disfrutar del masaje. Al fin y al cabo, era una masajista y seguro que no era la primera vez que se le daba la circunstancia. Todo es normal, todo es normal... Bueno, dentro de un orden, ustedes ya me entienden.
Lo que trato de justificar con esto que les cuento no es otra cosa que el texto en sí. No importa qué título lleve este blog, no importa si quiero amargar cada palabra con sus peores connotaciones, es indiferente si rimo o novelo. Quizás nadie quiera arreglarlo, tampoco estropearlo, puede que lluevan carcajadas o me desespere con el rayo de luna. Puede que incluso este texto no pertenezca a este caos, apuesten por ello. Lo importante es que si ahora escribo palabras que se enlazan esbozando un argumento, proyectando incoherencias, imitando sonidos chirriantes o compsaivos, que todo sirva para mantener la sangre borbotando. Nada más. El masaje terminó conmigo boca abajo, mientras las manos de mi masajista dictaban todas estas palabras sobre mi espalda. Supongo que es ella quien ha escrito todo esto. Así lo parece. Todavía hay criterios elevados que así lo confirman.
Creo que moriré por una estupidez. Hoy mismo casi la palmo por algo absurdo. Pregunto en clase: ¿Alguien recuerda cómo se dice barato? Silencio y caras de amnesia. Por fin, una débil voz desde el fondo dice: chiiiip. Vale. ¿Y cómo se dice caro? Nuevo silencio. Ni idea. Hasta que la misma voz del fondo responde: choooop. Sigo vivo, pero milagrosamente.
¿Quién dice que no sé hacer dos cosas a la vez? Observen. Puedo estornudar y maldecir a un tiempo. También soy capaz de crujir los huesos y flotar los pies a la vez. Puedo enamorarme mientras vomito, frivolizar mientras lloro y redactar mi testamento dando a luz. Ladro y escucho a la luz de la luna, mi mano derecha hace el caos y la izquierda preguntas retóricas, un pie remata y otro tropieza, mi lengua se lanza y mis dientes la placan, un ojo deslumbra y el otro se ciega. Ya nunca duermo si no es calcetando, si me siento es para bailar y me dan jaque cuando canto bingo. Me afeito en la piscina, me corto las uñas de los pies en misa, hago un crucigrama conduciendo y como bacalao buscando un oasis en el desierto. Aterrizo y navego, compongo y disgrego, dudo y sentencio, limito y extiendo, lo vivo y lo muero. Termino esta entrada, y cómo no, al mismo tiempo la estoy empezando. ¿Quién dice que no sé hacer dos cosas a la vez?
Siempre estoy agotado los miércoles. Es el día en que menos horas trabajo, pero no puedo con él. Por la mañana, termino una hora antes de lo normal, aunque por la tarde todavía tengo que dar cuatro clases más. Durante esa hora que tengo libre, suelo decidir ir a la piscina a desagarrotar músculos y huesos, pero siempre acabo en el spa, recostado en las bañeras de hidromasaje. Esto es sin duda lo que me deja agotado durante el resto del día. Y es que mi cerebro recibe en primer lugar la información de que debe relajarse, pero a continuación se le informa de que debe seguir alerta para impartir una clase de inglés, otra de francés y otra de español. Ante estos datos tan contradictorios, mi cerebro responde con confusión, con colapso, con huelga de energía, castigando con cansancio a mi tronco y extremidades, y por supuesto decidido a poner una queja por escrito en algún blog de ésos en los que se desahoga por no saber apagarse.
Lo admito, me he vuelto terriblemente aburrido. No se me soporta. No hace mucho estuve con una chica y la aburrí tanto que entró en un profundo coma. Se temió por ella. Finalmente se recuperó, aunque todo sea dicho, se le han detectado ciertas secuelas irreversibles, como un peso exagerado en los párpados y cierta tirantez en la sonrisa. Me siento tan culpable... Para compensarlo, he decidido contar exclusivamente anécdotas graciosas. Así que hoy contaré algo divertido que ocurrió de camino al forum... quiero decir al fútbol. Es extraño que un grupo de piedras se parezca a una persona, ¿verdad? Pues bien, eran cinco piedras en el borde de la carretera que se amontonaban de manera casual, y que se parecían intolerablemente a Joseph Cotten. Tuve que detenerme y observar aquel milagroso parecido que el caos había decidido crear con unas piedras. Hice fotografías con mi móvil y hasta advertí a todos los que pasaban de lo que había allí al borde de la carretera. La gente se quedaba atónita. Pero lo sorprendente ocurrió cuando uno de los hombres que iba hacia el forum (el fútbol, era el fútbol) se parecía mucho más a Joseph Cotten que el propio grupito de piedras. ¡Qué fantástica coincidencia! Le pedí al hombre que posara un instante junto a la lítica escultura para hacerles a ambos otra fotografía. Fue cuando tomaba esta espectacular imagen, que divisé tras los cristales de una cafetería que en la televisión estaban dando "Luz que agoniza", ¡con Joseph Cotten! No se podía desaprovechar aquella oportunidad. Así pues, sosias humano de Joseph Cotten, sosias pétreo de Joseph Cotten y yo con mi teléfono móvil nos dirigimos hacia el aparato de televisión para fotografiarnos con el Cotten auténtico. Tiempo después, enseñé esta foto a aquella chica que debido a mi inoportuna irradiación de hastío casi se queda catatónica. Vio aquella foto, frunció el ceño, casi se le cae un párpado, pero logró sonreir, estirando con las manos sus mofletes casi convertidos en una interminable arruga. - A que es increíble -dije en voz baja, mientras con aquella sonrisa se quedaba una vez más plácidamente dormida.
Últimamente me duermo en imágenes de René Magritte. No sé si sueño lo que él pintó o es que Magritte pintó lo que yo estoy condenado a soñar. Y según lo sueño, todo recobra una lógica aplastante, como si en efecto no se pudiese soñar otra cosa.
En cambio, David Lynch ha filmado más de una vez cualquier episodio de mi vida cotidiana, llena de cortinas rojas y desorientación. Cuanto más irreales y oníricas son sus secuencias, más se parecen a mi vida y más pavor me causan.
