Wednesday, February 20, 2008

El carnet de la FNAC

Ya soy socio de la FNAC. Bueno, es normal. Lo raro era que no lo fuera. El sábado me lancé de cabeza y me dieron un carnet. Ahora siento que pertenezco a algo, a un club de personas que gastan dinero en cosas que les gustan, o qué sé yo.
El caso es que el sábado entré, muy decidido, y dije: "quiero hacerme socio". Y eso hice. Además me encontré lo suficientemente deprimido como para hacer un gasto extraordinario, casi vergonzoso. Y eso hice también. Lo de encontrarme deprimido se debe a razones que no vienen a cuento, pero que vienen motivadas por las estupideces de mi otro yo. Así suelen ser las cosas: mi otro yo se mete en un lío, y yo hago los gastos. La tarde del sábado la pasé eligiendo discos, libros y películas, pero además deslizándome entre las estanterías respirando un aire acogedor y absorbiendo una sensación de estar en mi hogar, en mi propia casa.
Joder, qué pijo acaba de sonar todo esto. Que sepan que ahora no tengo dinero y que tampoco tengo tiempo para disfrutar de todo lo que he comprado. Pero en cualquier caso, ahora el deprimido es mi otro yo. Yo simplemente estoy agobiado. Pero eso sí, tengo un carnet.

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Thursday, February 14, 2008

Un extremado término medio.

A él siempre le gustó verse en un término medio. Sin embargo, sus amigos normales le decían que estaba extremadamente loco. Por otra parte, sus amigos locos le decían que era extremadamente normal. De esta manera, su término medio terminó por hacerle vivir en dos polos opuestos, siempre a punto de caerse por los agujeros de sus propios bolsillos, el izquierdo los días tranquilos, el derecho los disparatados.
Un día, cansado de tanto devaneo sin siquiera moverse del sitio, decidió llamar a un amigo loco y a otro normal para que debatieran y se pusieran de acuerdo acerca de su condición. Parlamentaron largo tiempo, tuvieron que aplazar las conversaciones, continuarlas durante días, prolongarlas indefinidamente. Prometieron dar una respuesta, que les llevaría cierto tiempo, pero jamás alcanzaron un veredicto. Él esperaba pacientemente, pero entretanto no pudo evitar verse finalmente abocado a la locura extrema, prisionero de una insoportable y extrema normalidad.

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Tuesday, February 12, 2008

Le Tigre

Encontré algo curioso reflejado en el espejo que crecía espiritualmente. Rayas negras y amarillas un lunes, fascinante, casi efervescente, quizás sea cierto y París me espera. Muevo felinamente mi costado y me propongo que en verdad París is mine. C'est à moi, je veux dire. Je suis le tigre this time. He prendido fuego a Camden Market, no sé si se han fijado, y ahora trazo planes de seducir les Toulleries. Cierto es, que a pesar de todo, un lunes siempre será un lunes, y mis saltos y piruetas eufóricas de hoy fueron frenadas por el carpetovetónico cielo oscuro del tiempo que no está en mis manos, sino en las de la rutina. Tigre enjaulado por hoy. Who took the bomb from the bombpalompalomp? Pero me revuelvo, salto y vuelvo a saltar antes de tocar el suelo, aunque sólo sea con la esperanza de caer en la jaula vecina, o quizás con la idea de salir volando como aquel otro tigre de aquel cuento, y tal vez aterrizar en cuestión de segundos en las costas de Ille de France. Mientras tanto... wanna disco, wanna see me disco?




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Friday, February 08, 2008

Anne y Virginia

Dios, ayer confundí a Anne Baxter con Virginia Mayo. Espero que ninguna de las dos se moleste y no vengan a pedirme explicaciones (teniendo en cuenta desde dónde tendrían que venir).

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Wednesday, February 06, 2008

Maniotas

Ayer jugué al paddle por primera vez. Por eso hoy tengo unas chisporroteantes agujetas en los aductores, los glúteos y el alma proletaria. He de admitir que como deporte es divertido, pero no es que me parezca excesivamente olímpico.

Y hoy, mientras caminaba torpemente cojeando a causa de los dolores producidos por los excesos paddleísticos de ayer, atravesé un campo de patatas entre las que me pareció ver la nariz de Karl Malden.

Cuántos pensamientos perdidos en el olvido, cuántas ocurrencias malgastadas, cuánta vida se me escurre entre los dedos, cúantas tapas de yogurt premiadas he tirado a la basura.

Sólo me consuela que acabo de descubrir a Kimya Dawson.

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Saturday, February 02, 2008

Sentar

La desgracia de que no pueda descansar se debe en un 50% a causas que ustedes no comprenderían y que tampoco yo sabría explicar. El otro 50% lo explica el hecho de que no sé sentarme. Lo sé, suena terriblemente absurdo, hasta desagradable. Con lo sencillo que es sentarse, sólo basta con tener un culo, quizás una silla, un sofá o un suelo... Pero no, a mí no me resulta tan elemental. Tengo un culo, sí, pero tarde o temprano, tras posarlo sobre algún soporte, acaba siendo cualquier otra parte del cuerpo la que se revuelve para soportar el peso de mi cuerpo y librar de esa misión a las posaderas. Imagínenselo: decido sentarme en una silla, me coloco, formo dos ángulos rectos, soy una persona sensata y sentada... pero a los dos minutos ya estoy retorcido en la silla, apoyado sobre una rodilla y con el cuerpo casi colgando en el aire, apenas sujetado por un brazo que se extiende en el borde de una mesa. Han pasado quince minutos en esta incómoda postura antes de darme cuenta de que ya me duele la rodilla, la espalda y el brazo. Entonces cambio, trato de recobrar la postura incial y correcta, pero al rato vuelvo a estar contorsionándome, apoyando la espalda contra un brazo de la silla, cruzando las piernas a la altura de mi ombligo y a medio centímetro del borde de la silla, obligándome a hacer un duro esfuerzo con los brazos para no caerme de cabeza.
El porqué de toda esta ineptitud a la hora de sentarme entra en el grupo de asuntos que ustedes no comprenderían y que yo soy incapaz de explicar (no sé, lean todo este blog, quizás en él haya alguna respuesta). Por lo demás, compréndanme; estoy cansado. Me duelen los huesos, los músculos y esas cosas que no sé cómo se llaman que conectan la inquietud con la frustración de no saber apagarla. Daría algo por poder sentarme tranquilamente y escribir un texto en este blog. Pero ahora mismo no logro desanudarme en esta silla que ha amasijado mis piernas entre sus patas, mis brazos en su respaldo, mi cabeza entre sus brazos, mis ideas desordenadas bajo su evidente estructura.

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