Monday, October 12, 2009

quizás me asuste si no encuentro mi mapamundi si mi brújula está agarrotada puedo temer mis ojos obsoletos mi radar inoperante y no encontrar cualquier vulgar sexto sentido hasta que envío una señal a una luz lejana
dejaré de tener miedo de la privación sensorial cuando desinstaladas las opciones de búsqueda me aferro a la energía del azar salto al vacío vulnerable y paseo floto me sustraigo seducido por la idea del rescate por tu presencia
porque cualquier artimaña deconstructiva me sirve para interpretarte te elijo y pretendo que mi elección sea magia mi dedo dibuja espiral en el aire y desde mi escenario me envuelvo en oráculo me proclamo pionero y perito en ti te explico tus misterios y te desnudo de matices te despojo de todo lo que ignoro y quedas tan tierna tan mía tan perfecta que apenas me importa si es ceguera o un profundo coma en el que me he alojado con visos de perpetuidad o he perdido el pasaporte

Sunday, October 11, 2009

Bart Davenport

El médico me dijo que anginas que no sé qué de unos virus y no sé cuántos problemas, que pastillas, ibuprofeno, cefuroxima, algidol. Sí, sí, pero yo me voy a ver a Bart Davenport, ¿saben? Ya, ya sé que no saben, pero ¿alguien se apunta? No se apunta nadie, muy bien, pues nos vamos solos, las anginas y yo.
Así que a las 10:30, hora prevista del concierto, pago los tres euros de la entrada en el Manchita Cosa. Había 16 personas, una de ellas el cantante. Pido una cerveza (para combinarla con el ibuprofeno, claro) y me apoyo en la barra medio pasmado de tener a dos pasos a Bart Davenport. Hace al menos tres años y parece que fue ayer cuando me descargué uno de sus discos... y ahora está ahí, y si quiero me puedo dirigir a él y hablarle, y decirle que tengo unos amigos que no te conocen de nada y que no me he comprado ningún disco tuyo, aunque es posible que los haya escuchado todos y que estoy aquí a pesar de la opinión del médico que me quería dar la baja. En fin, no me dirigí a él pese a tenerlo a dos pasos porque pensé que igual preferiría que no me metiese en medio de la conversación que tenía con una morena que luchaba contra su mal inglés.
Media hora más tarde, se subió al diminuto escenario, probó la guitarra, el Manchita Cosa comenzó a llenarse (un lleno en el Manchita significa 60 personas, no está mal) y Bart Davenport se arrancó con un villancico a capella. Cuando cogió su guitarra, ya no se detuvo durante aproximadamente una hora, él solito, sin banda, sin técnicos de sonido, sin juegos de luces, sin un tipo que le lanzase una toalla, con un pop happy, setentero, envolvente, suave, relajante.
Anunció que podíamos comprar su disco allí mismo, que lo acababa de sacar y que había alcanzado el número 5000 en las listas de ventas. Me lo imagino. En el fondo no es tan raro que nadie a mi alrededor oyera hablar de él, no es tan raro que se tenga que ganar la vida haciendo bolos en garitos cutres de Galicia. A Cat Stevens le sucedería lo mismo hoy en día. Son tiempos muy jodidos cuando tu talento se va a medir por si tienes la suerte de que te cojan una canción para un spot. En el fondo esa es la única oportunidad que tiene gente como Bart Davenport, que sea el autor de la canción del anuncio del sorteo de lotería de Navidad, que un director de cine decida que quiere una canción tuya en su peli, que le hayas caído bien a Lou Reed y te lleve de telonero. Y mientras tanto, puedes hacer canciones increíblemente bien hechas, joyas pop capaces de conmover, de hacer sonreir, y pasarás por Ferrol prácticamente desapercibido. Pero mientras lo hagas, con ese talento, con esa humildad, con esas canciones, al menos yo allí estaré, con mis anginas o mi artritis, con lo que sea, para que me asombres, me conmuevas, me hechices.

Friday, October 09, 2009

¡¡Bart Davenport en Ferrol!! (¿quién?)

-¿Conoces a un tal Bart Davenport?
-Sí, claro.
-Pues toca mañana en Ferrol.
-¿Qué dices?
-Sí, en el "Manchita Cosa".
-Sí, claro, y los Beatles se juntan para tocar en la azotea de mi casa, no te digo.
-Mira, en el periódico lo dice.

Efectivamente, en el periódico en letra pequeñita lo dice, sábado en el "Manchita Cosa", actuación de Bart Davenport. No un tío que imita a Bart Davenport, sino el mismo Bart Davenport. No salgo de mi asombro. Pero si el "Manchita Cosa" es un garito diminuto. Y un garito diminuto de Ferrol. Sorprendido me paso el día, dicíendole a todo el mundo que cómo es posible eso. Pues sí que es raro, me dicen todos, aunque a continuación todos me confiesan que no tienen ni idea de quién es Bart Davenport. LLegados a este punto, estoy por creer que al tal Bart Davenport sólo lo conozco yo, que sólo yo tengo algún disco suyo, y que sólo a mí me parece inaudito que venga a un garito minúsculo de Ferrol. A ver, evidentemente no se trata de Bruce Springsteen, pero es un tío con cierto prestigio internacional... ¿Lo es? Veamos, ¿por qué lo conozco yo? Bueno, no estoy seguro, posiblemente leí una crítica de un disco suyo en "El País", o doña internet me lo vendió como "te gustará si te gusta Elliott Smith" (¿quién es Elliott Smith? ¿vendrá también a Ferrol? difícil lo tiene el pobre, que en paz descanse). En cualquier caso, o mucho me equivoco o mañana el "Manchita Cosa" lo tendrá complicado para acoger a toda la gente que querrá ver a Bart Davenport. ¿O estoy verdaderamente equivocado? ¿Vivo en mundo absolutamente alejado de la realidad, soy tan condenadamente extraño (freak) que doy por estrellas de la música a gente desconocida? Yo digo que si estuviésemos en los años 70 Bart Davenport sería una celebridad reconocida casi a la altura de Bob Dylan, y jamás vendría al "Manchita Cosa" de Ferrol.
Algo sucede, o la buena música ya no se aprecia igual que antes y por eso este tío no tiene el éxito que merece, o bien la nueva tecnología me permite acceder a música que de otra manera no habría conocido jamás.
En cualquier caso, es una oportunidad única estar mañana allí.

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