Dreyer
Siguiendo las directrices del "plan renove", he jubilado mis copias VHS de Dies Irae y La Palabra, y las he comprado en DVD. Son dos películas dirigidas por Carl Theodor Dreyer, un director danés que descubrí gracias a aquel programa fantástico de Garci y a los ciclos del CGAI de Coruña.
Con Dies Irae (Vredens Dag, 1943), tuve por primera vez en el cine la sesnación de que podría morirme en ese mismo momento. Su actriz despliega un derroche de sensualidad inusual, y en el momento en que le desea la muerte a su marido con ese odio y esa furia, recibí semejante shock que a punto estuve de morirme al mismo tiempo que el protagonista.
La Palabra (Ordet, 1955) es una película religiosa atípica, pues se pone tanto énfasis en el amor carnal que choca con los parámetros de la típica película milagrosa (yo diría que Lars Von Trier vio esta película mil veces). No puedo olvidar el plano de esa familia saliendo de casa detrás de Johannes, al que toman por loco, con esa luz, con esos contrapicados fantásticos.
Las películas de Dreyer están llenas de una luz extraña, blanquísima, y a la vez cargadas de sombras, de misterio y de dolor. Como un cuadro de Rembrandt. El plano de Dies Irae en el que nos muestran las máquinas de tortura dentro de una habitación blanquísima es el paradigma de la imagen dreyeriana. Los primeros planos de La Pasión de Juana de Arco son estremecedores.
Vamos, qué contento estoy de mis nuevas compras.
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