Bromuro
Creo haber dicho que trabajo de profesor de inglés en una escuela militar. A eso de las diez de la mañana, se hace un descanso en las clases y nos dan bocadillos, tanto a los soldados como a nosotros, los profesores civiles. Dejan los bocadillos en una bandeja sobre una mesa, y ahí dejan que nos sirvamos nosotros mismos, con la difícil elección de si el bocadillo de queso o el de jamón. Algunos, profanamos un bocadillo y nos hacemos un mixto. Jamás confesaré que yo soy uno de los que dejan el trozo de pan vacío sobre la bandeja.
Mi padre me dijo el otro día:
-¿Tú sabes que el bromuro va en el pan?
-¿El qué?
Mi padre, que de vez en cuando nos relata alguna de sus historias de la mili, me recuerda que en el ejército solían meter bromuro en las comidas para calmar los ánimos sexuales de los soldados. Según él, el bromuro lo ponían en el pan, y bajaba la líbido de todo el regimiento. Toda mi familia me mira con una sonrisilla. Yo me quedo un poco petrificado, pues me estoy zampando un bocadillo diario.
Al día siguiente no como bocadillo. Bueno, me como el jamón sólo. También el queso de otro, pero el pan se queda en la bandeja. Observo a los soldados comer su bocata, miro en sus ojos en busca de algún signo de apatía y frialdad sexual. No aprecio nada especial. También algún profesor viene a por el bocadillo. Digo:
-¿Qué tal? Te veo cansado...
La frase es absurda, pero no se me ocurre nada mejor. El profesor me sonríe mientras da un mordisco al bocadillo.
-Serán las clases. Tú tampoco tienes buena cara...
Oh Dios. Vivo en un estado de paranoia. Me están envenenando. Mi padre sigue con la broma, que no sé si es broma:
-¿Qué tal con el bromuro?
Bromuro, bromuro, bromuro... La broma del bromuro. No me saco la palabra de la cabeza. Pienso en sacar de la escuela un trozo de pan para que me lo analicen.
Un amigo me tranquiliza:
-Supongo que ya no lo hacen, los tiempos cambiaron. Ahora con tantas mujeres en el ejército...
¡Pues con más razón! Buff... hay una manera de saberlo, me propongo ser mi propio conejillo de indias, y desesperadamente durante toda la semana me dedico a comer los bocadillos de la escuela. A veces dos diarios, el de jamón y el de queso. A veces dejo el jamón y el queso y como el pan sólo. LLega el sábado...
Para mi alivio todo va bien. Ahora lo que no sé es si soy inmune al bromuro o es que efectivamente los tiempos han cambiado.
Mi padre me dijo el otro día:
-¿Tú sabes que el bromuro va en el pan?
-¿El qué?
Mi padre, que de vez en cuando nos relata alguna de sus historias de la mili, me recuerda que en el ejército solían meter bromuro en las comidas para calmar los ánimos sexuales de los soldados. Según él, el bromuro lo ponían en el pan, y bajaba la líbido de todo el regimiento. Toda mi familia me mira con una sonrisilla. Yo me quedo un poco petrificado, pues me estoy zampando un bocadillo diario.
Al día siguiente no como bocadillo. Bueno, me como el jamón sólo. También el queso de otro, pero el pan se queda en la bandeja. Observo a los soldados comer su bocata, miro en sus ojos en busca de algún signo de apatía y frialdad sexual. No aprecio nada especial. También algún profesor viene a por el bocadillo. Digo:
-¿Qué tal? Te veo cansado...
La frase es absurda, pero no se me ocurre nada mejor. El profesor me sonríe mientras da un mordisco al bocadillo.
-Serán las clases. Tú tampoco tienes buena cara...
Oh Dios. Vivo en un estado de paranoia. Me están envenenando. Mi padre sigue con la broma, que no sé si es broma:
-¿Qué tal con el bromuro?
Bromuro, bromuro, bromuro... La broma del bromuro. No me saco la palabra de la cabeza. Pienso en sacar de la escuela un trozo de pan para que me lo analicen.
Un amigo me tranquiliza:
-Supongo que ya no lo hacen, los tiempos cambiaron. Ahora con tantas mujeres en el ejército...
¡Pues con más razón! Buff... hay una manera de saberlo, me propongo ser mi propio conejillo de indias, y desesperadamente durante toda la semana me dedico a comer los bocadillos de la escuela. A veces dos diarios, el de jamón y el de queso. A veces dejo el jamón y el queso y como el pan sólo. LLega el sábado...
Para mi alivio todo va bien. Ahora lo que no sé es si soy inmune al bromuro o es que efectivamente los tiempos han cambiado.
Labels: enfermedad
2 Comments:
Este texto se resume en una frase:
"Mi merienda es un triste bocadillo de jamón"
Anda, anda, tú qué sabrás con qué peligros me enfrento durante mi tensa y larga jornada laboral.
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