Un Caos muy Concéntrico
No soy lo suficiente absurdo para mantenerme a la altura.
Hago GRIIIIII GRIIIII.
Y ni así.
Cada noche me asalta una serie de ideas diminutas, con su pequeña lógica interna, con su propia voz desafiante, y a pesar de todo el desconcierto y palabrerío que generan, acaban encajando. Qué sentido tienen no estoy del todo seguro, y a veces llego a apostar que no tienen ninguno en absoluto, al menos no para cualquier par de ojos de los que leen por encima, pero a la larga soy consciente de que mis dedos acabarán por optar por la coherencia más decepcionante. Eres la vergüenza de los bretonistas, me dicen. Si es que yo no soy bretonista, replico yo. Eres la vergüenza de los no bretonistas, entonces. Y no tengo más remedio que aceptar la condena.
Mi subconsciente sobrepasa en dos himalayas el nivel del reflejo deformante de las lagunas de mis pesadillas, demasiado cerca de mi criterio, me temo. A su vez, mi criterio se hunde en el asfalto desgastado de mi aburrimiento. Todo demasiado convexo, demasiado estrecho, sin ningún margen, sin puntos y aparte. Qué espesor en las etiquetas, qué cordura tan estropeada, qué locura tan rutinaria.
Qúe puedo decir, si el no entiendo nada y el qué obvio tienen el mismo centro geométrico.
Labels: palabras, pepedanterías
2 Comments:
Tu segundo griii no es tan largo como el primero. Sin un verdadero esfuerzo en el absurdo no se te puede conceder el beneplácito de la concentricidad. No te lamentes y sumérgete un poco más.
CatBallou, maldita y queridísima alter ega, tus incisiones me dejan en evidencia. Descuida, mi segundo griiii se alargará y agudiazará hasta quebrar en mil pedazos deformantes los espejos en los que me miro el ombliguito. Tomo aire...
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