Coordinador-representante-supervisor.

-Toma estos papeles...
-¿Tengo que leerlos?
-No, sólo tienes que firmarlos.
-Ya. ¿Para qué?
-Pues para que aceptes ser coordinador-representante-supervisor.
-¿Supone eso un aumento de sueldo?
-No.
-Acepto.
-Pues firma aquí, aquí y aquí.
-¿Y ahora qué tengo que hacer?
-La verdad es que nada.
-Lo suponía.

Esta conversación la tuve hace unas semanas. Desde entonces tengo tos, y mi alergia va tendiendo hacia el asma. Mi hermano me dio un codazo accidentalmente en un ojo, y un par de mosquitos me tendieron una emboscada produciéndome dos picaduras en la cara que por algún motivo hincharon y llaman terriblemente la atención. Ayer por la mañana mi coche no arrancó y llegué tarde al trabajo, y por la tarde descubrí que he perdido un libro que un amigo me prestó. De momento sigo sin coordinar-representar-supervisar a nadie, como era de esperar, y todo lo sucedido desde entonces no tiene absolutamente nada que ver con mi nuevo cargo. Nada tiene que ver con nada. Jamás.