Mi Tocayo
Paseando por el Malecón de La Habana, dos muchachos nos llaman. Les vamos a cantar una canción, dicen. Esa clase de cosas son las que hacen de La Habana un lugar tan encantador. ¿No cantan ya a Silvio por aquí?, pregunto yo. ¡Por supuesto!, exclama entusiasmado el cantante. ¡Ése es mi estilo!, dice, y nos dedica "Óleo de mujer con sombrero". A estas alturas, ya me tenían ganado. Tras un buen rato de conversación, les pregunto: ¿y qué tal ese otro cantante, Carlos Varela? Ellos se sorprenden, quizás no esperaban que lo conociera, y dicen, es fantástico, y cantan esta canción:
Cuando nos decimos nuestros nombres es cuando no salen de su asombro, y tengo que sacar el carnet para demostrarlo. Bueno, no soy él, digo riendo, aunque me llame así. LLena más estadios que Fidel, me dice. Y dice verdades como puños. Es un excelente músico. ¿Es conocido en España?
No mucho. Jamás había sacado mi carnet para demostrar mi nombre. Nadie me había dicho nunca te llamas igual que un cantante. Te regalaré su disco, me dice el cubano. No hace falta, digo yo, lo acabo de comprar. Y vale la pena, de verdad.
Labels: música, secretos de confesión
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