Resplandece

Sí, mejor me callo, quiero decir, mejor no escribo, mejor no me acerco... Pero no, porque si no lo hago no encontraré nunca la salida. Lástima que sólo sean Palabras Palabras Palabras, y no sea Dinamita Piedras Hachas, porque entonces iba a demostrar el fracaso de los vidrios.
Así pues, expongamos la situación, tenemos un pasillo, lleno de puertas pintadas y espejos deformantes. Yo voy en un triciclo (¿dónde habré visto eso antes?) y el pasillo ya es un laberinto. Ustedes dirán que es sólo una cuestión semántica, pero he ahí el problema. Escribo por encontrar esa puerta auténtica, pero cuantas más palabras escribo en las paredes, más profunda se oculta la laberíntica respuesta, bajo un montón de preposiciones equivocadas. Sigo las pistas. La salida está detrás del soneto, me dicen los cánones. Debajo de tu vorágine a la salida de la luna, me dice un deconstructor. Y yo digo, ¿y si mejor me callo, me quedo a vivir aquí tranquilo...? Con todos estos reflejos, que si sumo todas sus mentiras dicen la verdad insoportable, imposible, no, casi mejor voy en busca del soneto perdido y de esa leyenda de la puerta abierta. Sólo me queda por saber... ¿voy pedaleando sigiloso y desapercibidamente, o sigo cantando una canción de Guns N' Roses, escribiendo refranes en las paredes y aullando que éste es el invierno de nuestro descontento? ¿Saludo o no saludo a las gemelas al pasar?