Un Caos Muy Impaciente

Todo esto no es otra cosa que impaciencia. Impaciencia por ser tantísimos pronombres que confluyan en un YO de pies grandes. En un Yo-Big-Foot, vamos. Mi desorden es tangible (por evidente), e intangible (por enorme), y aunque deba fingir sentirme orgulloso de él, lo cierto es que me desespera, pues no encuentro nada, ningún atributo de ésos que tanto deseo, ningún epíteto de los que pretendo merecer, ningún chispazo que ilumine mi nombre en labio alguno. A veces recurro a un detective privado por mis venas, asuntos internos, como le gusta que le llamen, y en sus informes siempre aparecen discusiones entre mi alter ego y mi otro yo sobre quién de los dos es más primera persona del plural y quién es el hombre-lobo. Si de alguna manera vislumbrase algún fin, que todo se resumiese en que Yo Soy Uno, o Yo Soy Otro, o Yo Soy Un Tipo Con Sombrero, entonces quizás entre todo lo revuelto emergiese un brote de silencio que finalmente me conceda una plaza mientras ... mientras... (no me atrevo a decirlo)... mientras duermo.
Todo esto no es más que un intento contradictorio y contraproducente de pedir tregua. De Ser Tregua. Como intentar apagar la sed con ese refresco repugnante, gaseoso y adictivo que sólo da más sed.