The CaryGrants
No sé tocar la guitarra, y canto fatal. Tampoco quiero aprender, lo cual es todo un handicap para mi futura carrera de estrella del rock como guitarrista y cantante del grupo Los CaryGranes, bueno, The CaryGrants, para conseguir éxito internacional. En cualquier caso, cuando sepa tocar la guitarra y cante bien (no me pregunten cómo conseguiré eso), firmaré un contrato con la Sony, y nuestro primer disco como banda de rock saldrá a la luz. Será todo un éxito. Un disco duro, con letras deprimentes y voz y guitarras tristes y desgarradas. Los críticos me llamarán el nuevo Kurt Cobain, aunque nuestra música se parecerá un poco más a la de Pearl Jam. El "grunge" del siglo XXI habrá nacido. Me instalaré en las carpetas de las quinceañeras, con mirada triste y barba de tres días (me lavaré el pelo un poco menos). Unos pocos escépticos augurarán un futuro bastante incierto, pues la banda ofrece ciertas dudas e inseguridades, y probablemente tendrán razón, pero la mayoría afirma que es uno de los mejores discos debut del año.
Pocos meses después de nuestro primer disco, sacamos el segundo, ese tan difícil que suele arruinar a las malas bandas. En un intento de ser originales, cambiamos de estilo un poco. La verdad es que nos llueven hostias por todas partes. Sin duda hemos hecho un disco incomprendido. Intentamos darle más importancia a las letras, suavizar un poco esos guitarreos viscerales, y cambiamos la angustia vital por cierta ironía desencantada. Alguna crítica amable quiere comparar a The CaryGrants con Pulp, pero en general el disco es un fracaso. La Sony se mosquea un poco, y nos emplaza a realizar un disco más comercial cuanto antes. Ante las enormes presiones del sello, intentamos jugar sobre seguro, ni nos atreveremos a volver por nuestros fueros más rockeros, y nos sale un disco super pop y suave, con ciertos ritmos discotequeros. La verdad es que a pesar de todo, pongo todo mi talento en este disco, y algunos de los ritmos son realmente pegadizos y bailables. Y vaya éxito. Disco de platino y tres grammys. Salimos de gira con Robbie Williams. Las chicas nos adoran. Estamos a todas horas en la MTV. Los críticos nos dan caña, echan de menos nuestro primer disco, incluso el segundo. Nosotros desdeñamos a los críticos, hacemos música para la gente, no para los críticos. Hacemos declaraciones contra la piratería. Me lío con Kate Beckinsale. Soy portada de Rolling Stone.
Con todo este éxito, nos tomamos un par de años sabáticos, y preparo nuestro regreso. Sin duda quiero repetir otro nuevo éxito, y me dispongo a ser el rey del pop. He engordado unos cuantos kilos en estos años, pero mi talento está intacto. La Sony me pide que adelgace, pero yo me burlo de ellos. La gente me quiere por mi talento, no por mi aspecto. Sin embargo, encuentro al resto de la banda muy desmotivada. Uno de ellos quiere volver al rock melenudo. Otro ha descubierto el budismo y se quiere ir. El otro ha tenido tres hijos y no tiene mucho tiempo. Mal que bien, sacamos el disco adelante. Se vende bien, pero nada es como antes. La crítica se vuelve a cebar con nosotros, pero con mucha más saña. Se burlan de mi barriga, e incluso de las letras de las canciones. Somos la banda más escuchada entre las quinceañeras, y mi foto sigue en todas las habitaciones de las niñas, pero el grupo está roto. Corto con Kate Beckinsale y me lío con Kate Winslet. Nuestro manager insiste en acallar los rumores de la separación de la banda, pero es imposible. El bajista quiere formar otro grupo, más ruidoso, y el batería definitivamente se va al Tibet. A pesar de mis esfuerzos, Los CaryGranes se separan. La Sony por supuesto que coge un gran cabreo, y amenaza con demandarme por incumplimiento de contrato. Hemos firmado por cinco discos, y sólo hemos realizado cuatro. La solución es obvia: disco recopilatorio. Batimos records, lo vendemos todo, nos volvemos a forrar. Los críticos nos definen como el grupo que pudo ser y no fue, los que hicieron dos obras de culto (de repente nuestros dos primeros discos son de culto) para pasarse a la música más comercial. Después del recopilatorio y la ruptura del grupo, caigo en una depresión, en una vorágine de alcohol y drogas y destrozo las habitaciones de los hoteles. Tras varios años en rehabilitación, decido sacar un disco en solitario. Estoy mucho más gordo, mucho más calvo, y decido ser cantautor. Me siento en una silla y con mi guitarra canto al amor, a la libertad y contra las guerras. Hago declaraciones contra los grandes sellos discográficos y casi justifico el top-manta. Tengo un gran éxito en Francia, rompo con Kate Winslet y me lío con Cate Blanchett. Pero mis canciones comienzan a ser demasiado melancólicas, y la gente comienza a aburrirse.
De pronto la EMI sugiere que reuna a The Carygrants y que participemos en un concierto benéfico. Después de algunas semanas consigo localizarlos a todos, y llenamos Wembley. Tocamos el rock más duro que hayamos tocado jamás, Londres se cae rendido a nuestros pies. El mejor concierto que se haya dado en muchos años. Viva el rock n' roll. Cuando salimos a celebrarlo, nos encontramos a los Gallagher en un pub del Soho, y nos peleamos, y les damos una paliza. Estamos tan eufóricos que decidimos sacar otro disco, rock auténtico, del duro, digo yo, rock progresivo, dice el bajista, algo que venda que tengo tres hijos, dice el otro. Total, que no habrá disco.
Mientras me planteo qué rumbo seguir, salgo de copas una noche con Damon Albarn. Nos cogemos una gran borrachera, y de alguna manera, al día siguiente salimos en portada de todas las revistas besándonos. En todas partes se habla de mi homosexualidad, y Cate Blanchett corta conmigo. En esta situación, y dado que ya no soy póster de adolescente, con mi calva, mi barriga y mi beso con Albarn a cuestas, tengo que intentar retomar mi carrera de alguna manera, de nuevo en solitario, y mi próximo disco será el mejor que haga, una mezcla de estilos, con guitarras punzantes, letras inteligentes, pasión, ironía, una delicia. Será record de ventas, supongo que ayudado por el hecho de que a pocos días de su lanzamiento habré muerto, de manera absurda, atragantado por mi propio vómito.
Pocos meses después de nuestro primer disco, sacamos el segundo, ese tan difícil que suele arruinar a las malas bandas. En un intento de ser originales, cambiamos de estilo un poco. La verdad es que nos llueven hostias por todas partes. Sin duda hemos hecho un disco incomprendido. Intentamos darle más importancia a las letras, suavizar un poco esos guitarreos viscerales, y cambiamos la angustia vital por cierta ironía desencantada. Alguna crítica amable quiere comparar a The CaryGrants con Pulp, pero en general el disco es un fracaso. La Sony se mosquea un poco, y nos emplaza a realizar un disco más comercial cuanto antes. Ante las enormes presiones del sello, intentamos jugar sobre seguro, ni nos atreveremos a volver por nuestros fueros más rockeros, y nos sale un disco super pop y suave, con ciertos ritmos discotequeros. La verdad es que a pesar de todo, pongo todo mi talento en este disco, y algunos de los ritmos son realmente pegadizos y bailables. Y vaya éxito. Disco de platino y tres grammys. Salimos de gira con Robbie Williams. Las chicas nos adoran. Estamos a todas horas en la MTV. Los críticos nos dan caña, echan de menos nuestro primer disco, incluso el segundo. Nosotros desdeñamos a los críticos, hacemos música para la gente, no para los críticos. Hacemos declaraciones contra la piratería. Me lío con Kate Beckinsale. Soy portada de Rolling Stone.
Con todo este éxito, nos tomamos un par de años sabáticos, y preparo nuestro regreso. Sin duda quiero repetir otro nuevo éxito, y me dispongo a ser el rey del pop. He engordado unos cuantos kilos en estos años, pero mi talento está intacto. La Sony me pide que adelgace, pero yo me burlo de ellos. La gente me quiere por mi talento, no por mi aspecto. Sin embargo, encuentro al resto de la banda muy desmotivada. Uno de ellos quiere volver al rock melenudo. Otro ha descubierto el budismo y se quiere ir. El otro ha tenido tres hijos y no tiene mucho tiempo. Mal que bien, sacamos el disco adelante. Se vende bien, pero nada es como antes. La crítica se vuelve a cebar con nosotros, pero con mucha más saña. Se burlan de mi barriga, e incluso de las letras de las canciones. Somos la banda más escuchada entre las quinceañeras, y mi foto sigue en todas las habitaciones de las niñas, pero el grupo está roto. Corto con Kate Beckinsale y me lío con Kate Winslet. Nuestro manager insiste en acallar los rumores de la separación de la banda, pero es imposible. El bajista quiere formar otro grupo, más ruidoso, y el batería definitivamente se va al Tibet. A pesar de mis esfuerzos, Los CaryGranes se separan. La Sony por supuesto que coge un gran cabreo, y amenaza con demandarme por incumplimiento de contrato. Hemos firmado por cinco discos, y sólo hemos realizado cuatro. La solución es obvia: disco recopilatorio. Batimos records, lo vendemos todo, nos volvemos a forrar. Los críticos nos definen como el grupo que pudo ser y no fue, los que hicieron dos obras de culto (de repente nuestros dos primeros discos son de culto) para pasarse a la música más comercial. Después del recopilatorio y la ruptura del grupo, caigo en una depresión, en una vorágine de alcohol y drogas y destrozo las habitaciones de los hoteles. Tras varios años en rehabilitación, decido sacar un disco en solitario. Estoy mucho más gordo, mucho más calvo, y decido ser cantautor. Me siento en una silla y con mi guitarra canto al amor, a la libertad y contra las guerras. Hago declaraciones contra los grandes sellos discográficos y casi justifico el top-manta. Tengo un gran éxito en Francia, rompo con Kate Winslet y me lío con Cate Blanchett. Pero mis canciones comienzan a ser demasiado melancólicas, y la gente comienza a aburrirse.
De pronto la EMI sugiere que reuna a The Carygrants y que participemos en un concierto benéfico. Después de algunas semanas consigo localizarlos a todos, y llenamos Wembley. Tocamos el rock más duro que hayamos tocado jamás, Londres se cae rendido a nuestros pies. El mejor concierto que se haya dado en muchos años. Viva el rock n' roll. Cuando salimos a celebrarlo, nos encontramos a los Gallagher en un pub del Soho, y nos peleamos, y les damos una paliza. Estamos tan eufóricos que decidimos sacar otro disco, rock auténtico, del duro, digo yo, rock progresivo, dice el bajista, algo que venda que tengo tres hijos, dice el otro. Total, que no habrá disco.
Mientras me planteo qué rumbo seguir, salgo de copas una noche con Damon Albarn. Nos cogemos una gran borrachera, y de alguna manera, al día siguiente salimos en portada de todas las revistas besándonos. En todas partes se habla de mi homosexualidad, y Cate Blanchett corta conmigo. En esta situación, y dado que ya no soy póster de adolescente, con mi calva, mi barriga y mi beso con Albarn a cuestas, tengo que intentar retomar mi carrera de alguna manera, de nuevo en solitario, y mi próximo disco será el mejor que haga, una mezcla de estilos, con guitarras punzantes, letras inteligentes, pasión, ironía, una delicia. Será record de ventas, supongo que ayudado por el hecho de que a pocos días de su lanzamiento habré muerto, de manera absurda, atragantado por mi propio vómito.
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