Sé leer (o no)
Ha tenido que ser alguien que ha hecho un truco, porque si no qué otra explicación puedo darle al hecho de que ahora el tiempo lo mida en paredes. Producto del aburrimiento, tal vez, de mi cerebro congestionado. Y de esto hace ya unas tres paredes y medio ladrillo. El tiempo y el espacio se han vuelto tan indescifrables, tan semejantes que apenas puedo distinguirlos, que cuando me caigo me parece que envejezco, y cuando duermo creo que viajo. Sé que este año (¿o debería decir en esta habitación?), entre la gente que me quiere, se ha corrido el rumor de que sé leer, así que me han llenado los días de libros, de ésos llenos de letras que forman palabras y hasta frases, pero supongo que en realidad no serán más que relojes insistentes, desencadenantes de ingeniosos epitafios sobre mi presunto cabezal lapidario. Qué coño sé, si creo que cometo errores gramaticales cuando cuento hasta tres.
Labels: enfermedad, palabras, pepedanterías
4 Comments:
No hay nadie a quien sus primeras cervezas no le resultaran amargas,de sabores imposibles, otras veces insustanciales y por tanto prescindibles. Despues de la docena, uno empieza a coger el regustillo por lo bien hecho, lo insustancial coge cuerpo, los sabores parecen reales y el amargor se convierte en cualidad, mas en humor que en amargura. Al final, refresca y es imprescindible.
Como este blog. Enhorabuena.
Cuento y no llego a dos,
he aprendido a contar,
¡y cuánto cuento, señor!,
y cuénto tanto que no
sé si lo voy a contar.
A Josele le pasa como a ti :-)
Contando lo que cuenta, no se da cuenta de que cuenta mal...
A nadie le amarga un cumplido tampoco, así que gracias "pasaba por aquí...", y pásate y di cuanto quieras. Me acordaré de este comentario en la próxima cerveza que me tome. :-)
Servidora, lo que a mí me pasa ya es que cuento (bien o mal) hasta cuando no tengo nada que contar.
Si sólo hay que usar el principio de inducción fuerte para demostrar que todos sabemos contar :-)) (ya sea con unas cervezas o sin ellas)
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