Motocicletas, vacaciones, otoño

Miau miau miau. He estado comunicándome mentalmente con algunos edificios que se niegan a hacer sombra en mi ciudad. He paseado perdido mascullando frases incomprensibles y moderadamente inteligentes para que sólo las comprendiesen las bocas de riego, las sardinas, las sordinas, los fakires. He tocado el sitar entre las rojas cortinas que ocultan las estrellas al llegar la hora de los topos, me he sentado al borde de mis nostalgias y las he mirado a sus ojos rojos y azules. Os he visto pasar de largo con vuestras túnicas engalanadas mientras me ocultaba en mi disfraz de prestidigitador y daba bofetadas a los presumidos y patadas a los modestos. He roto todos los vínculos que me delataban como el delimitador, como el bibliotecario, como el que pasaba el plumero y contaba su vida al primer incauto. No. No me tienen aquí de nuevo. Había dejado de ser yo, para ser mi otro yo, o viceversa, más bien viceversa. Pero maldita sea, la vida es tan (dis)continua, todo parece ordenarse solo, y por mucho que cruce todas las galaxias, el que regresa a su nicho siempre parezco ser yo mismísimo, su Eguísimo, su ilustrísima mediocridad, su egocentrísima creadora de naderías. Oh caos caos caos, where are thou?
No escribo. No escribo.
No por mucho madrugar amanece más temprano.
Sin tele y sin cerveza Homer pierde la cabeza.
Some girls are bigger than others.
No escribo. Estoy de rodillas buscando la respuesta. ¿Somos humanos, o somos... ... ...
... bailarines?