Madrugar
Me levanto a las siete de la mañana. Siempre he pensado que levantarse antes de las ocho no puede ser sano. Pero da igual. No importa lo temprano que me levante, pues siempre hay alguien que se tiene que levantar antes que yo. Por ejemplo, delante de mi padre no me puedo quejar, que a las cuatro ya está en pie. Y el otro día vino un primo nuestro que contaba que a veces se tiene que levantar a las dos. Eso raya el crimen. Pero también estimula mis ganas de competir.
Así que sin pensármelo dos veces, ataqué:
- Pues yo el otro día madrugué tanto que cuando amaneció me di cuenta de que era 1945.
A ver quién supera eso.
Así que sin pensármelo dos veces, ataqué:
- Pues yo el otro día madrugué tanto que cuando amaneció me di cuenta de que era 1945.
A ver quién supera eso.
Labels: enfermedad, secretos de confesión
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