Perder pelo
Mierda. Me estoy quedando calvo antes que mi padre. No comprendo cómo puede estar sucediendo semejante disparate y sinsentido. Me pregunto qué es lo que he hecho mal. Aunque más bien trato de investigar qué es lo que mi padre ha hecho bien y yo no, para que él conserve todo su pelo y yo lo vaya esparciendo por todas las almohadas, lavabos, duchas y dios mío quién sabe dónde más. Comencemos:
- Mi padre ha tenido un hijo (además de mí), y yo no.
- Mi padre hace croissants, y yo no.
- Mi padre utiliza la expresión "te han pillao con el carrito del helao", y yo no.
- Mi padre ha visto "Los Bingueros", y yo no.
- Mi padre ha leido "Fanny Hill", y yo no.
- Mi padre fue "okupa", y yo no (demonios, mis padres inventaron lo de ser "okupa", y contra eso no se puede competir. Algún día escribiré algo al respecto. Observen a mis padres en la foto, a la izquierda. Fíjense en el pelo de mi padre, pues lo conserva todo).
- Mi padre escuchaba Radio Luxemburgo, y yo no.
- Mi padre compraba vinilos de Georges Moustaki, y yo no.
- Mi padre conoció a Pedro Ruy Blas, y yo no.
- Mi padre utiliza un producto contra la caída del cabello, y yo no.
En estas diferencias debe de radicar el inquietante problema. Ya le he pedido que por favor comience a perder pelo, pero él, melena al viento, sacude su cabeza y responde que jamás. Mientras tanto, continúa dedicándose a elaborar todas sus actividades con las que, inexplicablemente, una vez sumadas, logra mantener su pelo aferrado obstinadamente a la cabeza, llenándome a mí de envidia, lo que me conduce por mi parte a afanarme a la desesperada en mis pequeñas cosas absurdas para tratar de sujetar todo lo que irremediablemente se va perdiendo, siempre en vano.
- Mi padre ha tenido un hijo (además de mí), y yo no.
- Mi padre hace croissants, y yo no.
- Mi padre utiliza la expresión "te han pillao con el carrito del helao", y yo no.
- Mi padre ha visto "Los Bingueros", y yo no.
- Mi padre ha leido "Fanny Hill", y yo no.
- Mi padre fue "okupa", y yo no (demonios, mis padres inventaron lo de ser "okupa", y contra eso no se puede competir. Algún día escribiré algo al respecto. Observen a mis padres en la foto, a la izquierda. Fíjense en el pelo de mi padre, pues lo conserva todo).
- Mi padre escuchaba Radio Luxemburgo, y yo no.
- Mi padre compraba vinilos de Georges Moustaki, y yo no.
- Mi padre conoció a Pedro Ruy Blas, y yo no.
- Mi padre utiliza un producto contra la caída del cabello, y yo no.
En estas diferencias debe de radicar el inquietante problema. Ya le he pedido que por favor comience a perder pelo, pero él, melena al viento, sacude su cabeza y responde que jamás. Mientras tanto, continúa dedicándose a elaborar todas sus actividades con las que, inexplicablemente, una vez sumadas, logra mantener su pelo aferrado obstinadamente a la cabeza, llenándome a mí de envidia, lo que me conduce por mi parte a afanarme a la desesperada en mis pequeñas cosas absurdas para tratar de sujetar todo lo que irremediablemente se va perdiendo, siempre en vano.
Labels: secretos de confesión
6 Comments:
¡Je! Yo me acuerdo de los okupas de Caranza :-D
Pues yo no, claro que yo tenía 2 años... Tengo un ligero flash en la memoria de aquella casa, pero nada más. Últimamente ando detrás de mis padres para que me cuenten toda aquella movida. Eso, que algún día escribiré sobre la ocupación.
¿Tu padre cruzó el charco alguna vez?
¿Con cuantas danesas estuvo tu padre? ¿Y malagueñas?
¿Cuantos blogs tiene tu padre?
De eso se trata, de que por lo visto todas mis decisiones y experencias conducen a una irremediable alopecia, mientras que las suyas sostienen su cabello contra edad y marea.
Ay Dios! Tanto hace que no nos vemos? Cuantos pelos menos van? No será que usted se ve lo está imaginando...? su padre no estudió una filología llena de gente rara, verdad? Seguro que es esto último, que a mi también me cae...
Saludos desde la inactiva noche.
Si es que como dice la canción, a todos el pelo se nos caerá, más pronto o más tarde el otoño llegará.
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