Tos nerviosa
Toso mucho últimamente. Lo hago a golpes intermitentes y muy discontinuos, sin encadenar un tirón de tosidos destacable. Da una sensación de tos ambigua y poco fiable, como si la estuviese fingiendo para llamar la atención, o como si no supiera toser. Aparece camuflada a veces entre mis palabras, o discretamente entre un suspiro y una risa. Pero siempre se manifiesta a lo largo del día arañando mi garganta y rayando el aire, esperando un eco de las paredes.
- Eso es tos nerviosa- dice mi hermano, como si fuera un experto en toses.
- Qué tontería. Yo no estoy nervioso- respondo yo, lleno de razón y tranquilidad. A esto mi hermano añade con toda su experiencia en tos y léxico:
- Tú no. Pero tu tos sí.
Esta conversación me conduce a plantearme demasiadas cosas. Yo, el señor calma total, mister tranquilo, no puedo permitirme tener tos nerviosa. Es cierto que el hecho de intentar acercarme al lujo del mileurismo me lleva a marcarme objetivos ciertamente trotones y precipitados, pero mi lema es mantener la calma y la sonrisa. Por las mañanas mi objetivo es mantenerme aceptablemente pedagógico y paciente ante preguntas disparatadas durante seis horas, intercalando algún minuto contado para hacer fotocopias que me permitan sujetarme a ejemplos productivos. Es sólo una cuestión de cabeza en su sitio, aunque sin pausa para dosis de cafeína. Por la tarde, los objetivos cambian, y entre tres y media y nueve la misión pasa a ser llegar a tiempo a cada clase, para lo cual necesito conducir como Said Aouita por carreteras estrechas o lanzar mis pies por las calles del centro como Ayrton Senna en los 100 metros mariposa. Alcanzado el objetivo de la puntualidad, habrá que recordar qué asignatura debo impartir en cada caso... y creo que con eso llego a conformarme. Entre tanto, voy dejando resquicios de mi tos por las aulas, casas y rincones.
Todo esto no explica nada. The Quiet Man remains Quiet. Las cosas vienen a complicarse al final del día. Mi momento de relax se combina con la hora de corregir exámenes y decido que mientras califico saco un disco de la chistera y escucho algo de música (antes solía guardar los discos en la piscina, pero el número de discos ha crecido y sólo hay espacio para ellos en el inagotable fondo de una chistera). Saco uno al azar, y sale el Pet Sounds de los Beach Boys. Hacía tiempo que no lo escuchaba, pero una vez más me provocó una sensación de melancolía extraña. Es una delicia de disco. Se dice que es un antecedente del Sgt.Pepper de los Beatles, y probablemente es cierto, pero la comparación es irrelevante, no se sostiene. El segundo disco al azar fue Lenny Kravitz, un acústico (también conocido como unplugged) que no había escuchado y que resultó bastante disfrutable y desconcertantemente bluesero. Aunque a decir verdad, el siguiente disco al azar dejó en mal lugar a Lenny Kravitz. Un tipo al que no tenía demasiado clasificado, Ben Harper, me dejó anonadado y sin más remedio que hacer una pausa en la corrección de exámenes. Cualquier estilo es su estilo, es tan dulce como desgarrado, pausado y loco a la vez, tiene mil voces, mil sonidos. Tuve que repetir tres veces su versión de "The drugs don't work" de The Verve, porque no me lo podía creer. Proseguí corrigiendo exámenes con un disco de un grupo de versiones llamado Nouvelle Vague. Sus ritmos de bossa nova son encantadores, y su selección de canciones a versionar es imprevisible y fantástica. Mucho más imprevisibles son Fire Arcade, mi siguiente disco, y lo de Carmen Paris, el siguiente, ya es el colmo de la versatilidad.
Cuando terminé de corregir mis exámenes sonaba el jazz de Abbey Lincoln. Era la una de la mañana, pero casi no podía resignarme a dejar de sacar discos. El tiempo del día se me agotaba, al día siguiente tendría que estar preparado para la consecución de objetivos, bien temprano y despierto, pero de mi chistera salía Miriam Makeba, y Neil Young, y Gastelo, y Nadadora, y los Dandy Warhols, y Muse, y Elvis Costello, y Van Morrison, y The Small Faces, y Paris Combo, y Marvin Gaye, y Amy Winehouse, y Super Furry Animals, y Beck, y Korn, y Os Mutantes, e Iván Ferreiro, y The Gossip, y Quique González, y Radiohead, y Nina Simone, y Sidonie, y Aimee Mann, y George Harrison, y Elliott Smith, y Antony and The Johnsons, y Rufus Wainwright, y Aterciopelados, y Lila Downs, y Françoise Hardy, y Pauline en la playa, y Stone Temple Pilots, y Marlango, y Madredeus, y Jorge Drexler, y Caetano Veloso, y Pulp, y Nick Drake, y The Hives, y Aute, y Los Pretenders, y The Who, y Portishead, y Fela Kuti, y Funkadelic, y Cocorosie, y Mercedes Ferrer, y Luar na Lubre, y Cesaria Évora, y Mercedes Sosa, y Joan Baez, y Feist, y The Stooges, y Miles Davis, y Ray Charles, y Siwel, y Edith Piaf, y Nubla, y Lantana, y Eva Cassidy, y Sagi Rei, y Led Zeppelin, y Etta James, y Pearl Jam, y Sarah Vaughan, y Silvio...
Pero se acaba el día, prácticamente se acaba la vida y no me da tiempo. Me quedo inevitablemente dormido entre inevitables toses. No habrá jarabe que funcione ante semejante historia interminable. Una ingente cantidad de artistas de talento escalofriante siguen agolpándose en mi chistera. No podré disfrutarlos a todos como quisiera, y me quita sueño, me desespera, me enerva... Bueno, a mí no. A mi tos.
- Eso es tos nerviosa- dice mi hermano, como si fuera un experto en toses.
- Qué tontería. Yo no estoy nervioso- respondo yo, lleno de razón y tranquilidad. A esto mi hermano añade con toda su experiencia en tos y léxico:
- Tú no. Pero tu tos sí.
Esta conversación me conduce a plantearme demasiadas cosas. Yo, el señor calma total, mister tranquilo, no puedo permitirme tener tos nerviosa. Es cierto que el hecho de intentar acercarme al lujo del mileurismo me lleva a marcarme objetivos ciertamente trotones y precipitados, pero mi lema es mantener la calma y la sonrisa. Por las mañanas mi objetivo es mantenerme aceptablemente pedagógico y paciente ante preguntas disparatadas durante seis horas, intercalando algún minuto contado para hacer fotocopias que me permitan sujetarme a ejemplos productivos. Es sólo una cuestión de cabeza en su sitio, aunque sin pausa para dosis de cafeína. Por la tarde, los objetivos cambian, y entre tres y media y nueve la misión pasa a ser llegar a tiempo a cada clase, para lo cual necesito conducir como Said Aouita por carreteras estrechas o lanzar mis pies por las calles del centro como Ayrton Senna en los 100 metros mariposa. Alcanzado el objetivo de la puntualidad, habrá que recordar qué asignatura debo impartir en cada caso... y creo que con eso llego a conformarme. Entre tanto, voy dejando resquicios de mi tos por las aulas, casas y rincones.
Todo esto no explica nada. The Quiet Man remains Quiet. Las cosas vienen a complicarse al final del día. Mi momento de relax se combina con la hora de corregir exámenes y decido que mientras califico saco un disco de la chistera y escucho algo de música (antes solía guardar los discos en la piscina, pero el número de discos ha crecido y sólo hay espacio para ellos en el inagotable fondo de una chistera). Saco uno al azar, y sale el Pet Sounds de los Beach Boys. Hacía tiempo que no lo escuchaba, pero una vez más me provocó una sensación de melancolía extraña. Es una delicia de disco. Se dice que es un antecedente del Sgt.Pepper de los Beatles, y probablemente es cierto, pero la comparación es irrelevante, no se sostiene. El segundo disco al azar fue Lenny Kravitz, un acústico (también conocido como unplugged) que no había escuchado y que resultó bastante disfrutable y desconcertantemente bluesero. Aunque a decir verdad, el siguiente disco al azar dejó en mal lugar a Lenny Kravitz. Un tipo al que no tenía demasiado clasificado, Ben Harper, me dejó anonadado y sin más remedio que hacer una pausa en la corrección de exámenes. Cualquier estilo es su estilo, es tan dulce como desgarrado, pausado y loco a la vez, tiene mil voces, mil sonidos. Tuve que repetir tres veces su versión de "The drugs don't work" de The Verve, porque no me lo podía creer. Proseguí corrigiendo exámenes con un disco de un grupo de versiones llamado Nouvelle Vague. Sus ritmos de bossa nova son encantadores, y su selección de canciones a versionar es imprevisible y fantástica. Mucho más imprevisibles son Fire Arcade, mi siguiente disco, y lo de Carmen Paris, el siguiente, ya es el colmo de la versatilidad.
Cuando terminé de corregir mis exámenes sonaba el jazz de Abbey Lincoln. Era la una de la mañana, pero casi no podía resignarme a dejar de sacar discos. El tiempo del día se me agotaba, al día siguiente tendría que estar preparado para la consecución de objetivos, bien temprano y despierto, pero de mi chistera salía Miriam Makeba, y Neil Young, y Gastelo, y Nadadora, y los Dandy Warhols, y Muse, y Elvis Costello, y Van Morrison, y The Small Faces, y Paris Combo, y Marvin Gaye, y Amy Winehouse, y Super Furry Animals, y Beck, y Korn, y Os Mutantes, e Iván Ferreiro, y The Gossip, y Quique González, y Radiohead, y Nina Simone, y Sidonie, y Aimee Mann, y George Harrison, y Elliott Smith, y Antony and The Johnsons, y Rufus Wainwright, y Aterciopelados, y Lila Downs, y Françoise Hardy, y Pauline en la playa, y Stone Temple Pilots, y Marlango, y Madredeus, y Jorge Drexler, y Caetano Veloso, y Pulp, y Nick Drake, y The Hives, y Aute, y Los Pretenders, y The Who, y Portishead, y Fela Kuti, y Funkadelic, y Cocorosie, y Mercedes Ferrer, y Luar na Lubre, y Cesaria Évora, y Mercedes Sosa, y Joan Baez, y Feist, y The Stooges, y Miles Davis, y Ray Charles, y Siwel, y Edith Piaf, y Nubla, y Lantana, y Eva Cassidy, y Sagi Rei, y Led Zeppelin, y Etta James, y Pearl Jam, y Sarah Vaughan, y Silvio...
Pero se acaba el día, prácticamente se acaba la vida y no me da tiempo. Me quedo inevitablemente dormido entre inevitables toses. No habrá jarabe que funcione ante semejante historia interminable. Una ingente cantidad de artistas de talento escalofriante siguen agolpándose en mi chistera. No podré disfrutarlos a todos como quisiera, y me quita sueño, me desespera, me enerva... Bueno, a mí no. A mi tos.
Labels: enfermedad, mi otro yo, música, secretos de confesión
3 Comments:
Si miro fijamente las letras de tu blog, sea por el fondo negro sea por mis ojos, puedo ver formas dibujadas entre frase y frase. Lo haces tú? Lo hago yo? Lo hace él? tal vez tu tos? Es inquietante...
Cómo va el año?
:)
Jajaja. The drugs don't work... o sí. :-)
Chispas... me pasaron este link, al leer, me vi reflejada en cuanto a la tos, tengo tanto tiempo con ella que ya el medicamento no me hace...
Ya no sé ni que hacer...
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