En La Tienda De Antenas Parabólicas
EPICÚREO: Buenos días, quería una antena parabólica.
HEDONISTA: ¿Para qué?
EPICÚREO: Parabólica.
HEDONISTA: Oh, vaya, le he puesto un clásico del humor en bandeja.
EPICÚREO: Y que lo diga. Es usted muy amable. Le decía que quería una antena parabólica.
HEDONISTA: Desde luego. ¿Me puede decir su nombre?
EPICÚREO: No.
HEDONISTA: Comprendo. Se lo preguntaré de otro modo. ¿Es usted Orlando del Río?
EPICÚREO: Digamos que sí.
HEDONISTA: ¿Sexo?
EPICÚREO: No. Por eso quiero una antena parabólica.
HEDONISTA: De acuerdo. ¿Qué tipo de antena le gustaría?
EPICÚREO: Oh, bueno, una de esas redondas. Es para poner en el tejado. Que sea azul.
HEDONISTA: Azul.... ya. ¿De qué tamaño?
EPICÚREO: ¿Tamaño? Pues no sé... una que se vea de lejos. Ya sabe, que los vecinos se den cuenta de que la tengo.
HEDONISTA: Claro. Entonces seguro que quiere usted el tamaño Max 30 o Max 40.
EPICÚREO: Si usted lo dice... ¿no tiene una Max 50 o Max 51? ¿Y qué tal una Max 100?
HEDONISTA: Pues... sí señor, las tenemos, pero me temo que no puede usted acceder a ellas.
EPICÚREO: ¿Cómo es eso?
HEDONISTA: Pues verá usted, según nuestros datos no ve usted la suficiente publicidad.
EPICÚREO: ¿Cómo es posible? Si me paso el día viendo publicidad.
HEDONISTA: No es suficiente. Verá, las personas con derecho a una parabólica Max 50 o 51 ven publicidad las 24 horas del día en más de dos televisores a la vez. Comprenderá usted que estas personas sí podrán disfrutar de estas antenas. Los usuarios de la Max 100 tienen un chip incorporado en el cerebro que les hace ver el canal Teletienda hasta cuando duermen.
EPICÚREO: Resignación. Me quedo con la Max 40.
HEDONISTA: ¿Se la envuelvo o se la pongo en la cabeza?
EPICÚREO: Envuélvame la cabeza y vendré a buscar la antena más tarde.
HEDONISTA: ¿Cómo la quiere pagar?
EPICÚREO: Pues así sin darle mucha importancia. Ya sabe, como si me sobrara el dinero.
HEDONISTA: Muy bien. Muchas gracias.
EPICÚREO: Ha sido un placer.
HEDONISTA: Lo sé. El gusto ha sido mío.
EPICÚREO: Eso se lo dirá usted a todos.
HEDONISTA: ¿Sabe? Este puede ser el comienzo de una hermosa amistad.
EPICÚREO: Y yo a Dios pongo por testigo que nunca volveré a pasar hambre.
HEDONISTA: Bueno, nadie es perfecto.
HEDONISTA: ¿Para qué?
EPICÚREO: Parabólica.
HEDONISTA: Oh, vaya, le he puesto un clásico del humor en bandeja.
EPICÚREO: Y que lo diga. Es usted muy amable. Le decía que quería una antena parabólica.
HEDONISTA: Desde luego. ¿Me puede decir su nombre?
EPICÚREO: No.
HEDONISTA: Comprendo. Se lo preguntaré de otro modo. ¿Es usted Orlando del Río?
EPICÚREO: Digamos que sí.
HEDONISTA: ¿Sexo?
EPICÚREO: No. Por eso quiero una antena parabólica.
HEDONISTA: De acuerdo. ¿Qué tipo de antena le gustaría?
EPICÚREO: Oh, bueno, una de esas redondas. Es para poner en el tejado. Que sea azul.
HEDONISTA: Azul.... ya. ¿De qué tamaño?
EPICÚREO: ¿Tamaño? Pues no sé... una que se vea de lejos. Ya sabe, que los vecinos se den cuenta de que la tengo.
HEDONISTA: Claro. Entonces seguro que quiere usted el tamaño Max 30 o Max 40.
EPICÚREO: Si usted lo dice... ¿no tiene una Max 50 o Max 51? ¿Y qué tal una Max 100?
HEDONISTA: Pues... sí señor, las tenemos, pero me temo que no puede usted acceder a ellas.
EPICÚREO: ¿Cómo es eso?
HEDONISTA: Pues verá usted, según nuestros datos no ve usted la suficiente publicidad.
EPICÚREO: ¿Cómo es posible? Si me paso el día viendo publicidad.
HEDONISTA: No es suficiente. Verá, las personas con derecho a una parabólica Max 50 o 51 ven publicidad las 24 horas del día en más de dos televisores a la vez. Comprenderá usted que estas personas sí podrán disfrutar de estas antenas. Los usuarios de la Max 100 tienen un chip incorporado en el cerebro que les hace ver el canal Teletienda hasta cuando duermen.
EPICÚREO: Resignación. Me quedo con la Max 40.
HEDONISTA: ¿Se la envuelvo o se la pongo en la cabeza?
EPICÚREO: Envuélvame la cabeza y vendré a buscar la antena más tarde.
HEDONISTA: ¿Cómo la quiere pagar?
EPICÚREO: Pues así sin darle mucha importancia. Ya sabe, como si me sobrara el dinero.
HEDONISTA: Muy bien. Muchas gracias.
EPICÚREO: Ha sido un placer.
HEDONISTA: Lo sé. El gusto ha sido mío.
EPICÚREO: Eso se lo dirá usted a todos.
HEDONISTA: ¿Sabe? Este puede ser el comienzo de una hermosa amistad.
EPICÚREO: Y yo a Dios pongo por testigo que nunca volveré a pasar hambre.
HEDONISTA: Bueno, nadie es perfecto.
Labels: trucos
4 Comments:
Siempre quise presenciar una conversación entre un epicúreo. Antes de asistir a ésta hubiera empeñado mi diente de oro (el único, diente)jurando que el epicúreo nunca saldría del jardín para buscar una parabólica. Se ve que los epicúreos ya no son lo que fueron, o que, tal vez, nunca lo fueron.
En mi imaginación el hedonista era un vendedor a domicilio que quería colarle el tan apetecible artefacto al tranquilo hortelano. Hasta que el epicúreo le saca una copa de buen vino, aunque algo rudo, y el pobre hedonista se emborracha ¡otra vez!
Y entonces pasa un cínico rodando en su tinaja y se me estropea la escena.
Vaya, he de corregirme ¡otra vez!
Fe de erratas:
"Siempre quise presenciar una conversación entre un epicúreo y un hedonista".
¿Epicúreo y hedonista? ¡Quise decir Epi y Blas!
Creo que cualquier cínico te diría que no hace falta un cínico para estropear la escena. La escena se estropea siempre sola.
Yo echo por el Epicúreo... tiene más carisma...
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