Monday, September 11, 2006

¡Que te calles!

Me gusta hablar. Hablar, hablar y hablar. Hablar sin decir nada. En el fondo, creo que lo que me gusta es oírme hablar. Escribir no está mal, pero requiere pensar. Hablar sin pensar es fantástico, decir tonterías sin parar, hacer reir a la gente, sorprenderla, irritarla, exasperarla hasta que griten que me calle... ¡QUE TE CALLES! Pero sigo y sigo, hablo y hablo y soy mi lengua.
Y luego, me quedo callado. Callado porque estoy triste, porque no puedo soportar ni una palabra más, callado porque no hay nada que decir. Callado, pero aún así, sin pensar, perdido en un mundo de nadas y silencios, en el que ni siquiera las palabras "nada" y "silencio" existen. Callado porque estoy dormido. Callado porque estoy solo. Callado porque estoy muerto.
Después, el sol, o más bien la luna, me despertará, me resucitará, me empujará hacia la gente a la que sonreiré y hablaré de nuevo. Me reiré de ellos, les haré escucharme y se reirán de semejante loco. Incluso me emborracharé y me haré el tonto para disimular mi auténtica estupidez. Y mientras hablo con cualquiera, mientras grito y río como un marciano, imperceptiblemente estaré cayendo, y cayendo, hasta golpear mi cabeza en el jardín del mudo, y terminar callando y callando, alojándome en el mundo del silencio, donde no hay nadie, ni yo mismo, aunque ahí es donde vivo, ése es mi hogar.

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1 Comments:

Blogger Paperback said...

Nueva reflexion en mi blog

Monday, 11 September, 2006  

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