Una Mañana en el Infierno
Definitivamente, soy un ingenuo. Cada vez que voy a Madrid, voy a la FNAC, y entro así, sin más. Después, claro, pasa lo que pasa. A estas alturas ya debería saber que antes de entrar en ese lugar debo respirar hondo, mentalizarme de que ahí dentro lo voy a pasar mal, repetir al menos cinco veces que NO TENGO QUE COMPRARLO TODO, hacer un presupuesto de cuánto dinero puedo permitirme gastar, hacerme una idea más o menos precisa de qué me gustaría adquirir, y ajustarme a ello. Pero no. Entro a lo loco. Los primeros quince minutos van muy bien, me deslizo alegremente entre los discos, sonriendo ante todos esos CDs que me gustaría escuchar, mientras una vocecilla malvada me sugiere que quizás los pueda conseguir por algún otro medio no muy legal, alegal, inmoral, qué sé yo... dejémoslo. Poco a poco, comienzo a vislumbrar discos de grupos de los que empezaba a sospechar que no existían, discos de mis grupos favoritos que editaron sin haberme advertido, algún DVD de un concierto que me moriría por ver... Sí, la cosa se complica. Empiezo a manosear los discos. A mirar precios. A ponerme nervioso. En un arrebato, me cambio de planta y voy a los libros. Allí me pasan dos horas traicioneras, pues yo había calculado diez minutos. Adjudico cinco libros que me gustaría regalar, cinco que quisiera llevarme de inmediato, seis o siete que querría comprar para leer en un futuro y dos o tres que casi sin quererlo, muy distraídamente, casi me leo allí mismo. (La FNAC tiene un rinconcito muy chulo donde la gente se sienta y lee). LLega lo peor. Estoy en la planta de los DVDs. Aquí la gente empieza a mirarme de manera extraña, porque cojo las películas, resoplo, emito sonidos guturales, vuelvo a colocar las cajas en su lugar, soplo y resoplo, blasfemo, hago cuentas en voz alta. Decido que me llevo un par de pelis, cambio de opinión y me decanto por otro par, luego ya son tres, a continuación decido dejar una de ellas y llevarme un disco, o mejor aquel libro que no terminé de leer. Estoy desesperado, me cago en mi triste sueldo y en la falta de espacio que ya hay en mi casa con tanto librodiscodeuvedé, pregunto al encargado si tienen no sé qué película, en el fondo deseando que no la tengan, sí que la tienen, decido no comprarla... LLega el momento, después de cuatro horas, en que me pregunto si me vale la pena venir a esta tienda. Respiro hondo, intento mantener la calma, hago un cálculo de lo que cuesta todo lo que casi he decidido comprar, asumo la cantidad, todo va bien... hasta que descubro la colección completa de un director que es mi maldito héroe, por el mismo precio del lote que ya había decidido comprar. Un sudor frío me recorre la médula cuando al mismo tiempo descubro la tres temporadas enteras de la serie de TV que siempre veía (en la tele se quedaron en las dos primeras...). ¿Qué hago? ¿Qué hago? Estoy a punto de gritar, de aullar, de sollozar truenos. Finalmente, un amigo me rescata a patadas de allí. No hay más tiempo, así que sin haber decidido nada, pago lo que en ese momento tengo entre manos y salgo agotado, pensando angustiosamente en todo lo que estoy dejando en esa tienda y que me gustaría tener en casa. "¡Volveré!" grito agitando el puño hacia los impertérritos dependientes, mientras mi amigo, arrastrándome fuera de ese lugar infernal, mira alarmado la cantidad que marca el ticket de mi compra.
Labels: cine, enfermedad, música
4 Comments:
Da gracias en hebreo de que ese infierno tentador no extienda sus redes a las cercanías de nuestros hogares porque entonces la idea de prostituirte cobrará una fuerza imparable.
Biquiños agarimosos a ti y a tus amiguitos internos;o)
¿Había algo de Travis?
Meiga, si ponen una FNAC cerca de mi pueblo pondré una tienda de campaña en la puerta.
Estimado primo Paperback Writer, estoy seguro de que de Travis encontrarías hasta algún disco que ni el propio grupo sabe que existe. Lo que también había y a muy buen precio era "Taxi Driver", estupenda película de cuyo personaje protagonista, como ya sabes, toma el nombre tu idolatrado grupo.
Recaudaré dinero para poder ir a ese parque de atracciones.
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