Viva Ecuador
De acuerdo, lo confieso: soy profesor de inglés. Fue una decisión consciente y premeditada que tomé hace algunos años, así que supongo que tengo lo que quiero, o lo que quise. No me compadezcan. Después de algunos años de rotar de escuela en escuela, de academia en academia, de casa en casa, de ser profesor ambulante, de impartir varias asignaturas desvergonzadamente, pues de algunas ignoraba hasta lo más básico, he ido a parar a una escuela militar. Tampoco me compadezcan por ello. Allí intento que los marineros españoles sean capaces de decir lo esencial en inglés cuando les llegue el momento: "one beer, please". El ejército me necesita. Mi vocación jugando al "risk".
Sucede que últimamente el ejército español se ve reforzado con muchachos y muchachas de otros países, especialmente sudamericanos. Cosas de la vida. Vienen muchos, así que quiera Dios y los Señores de la Guerra que siempre tengamos buenas relaciones con Ecuador, porque si no tendremos al enemigo en casa. El caso es que desde hace unos meses, doy clase a una brigada en la que la mitad son ecuatorianos. Los ecuatorianos son educados, amables, y por lo visto, silenciosos. Es la clase más silenciosa que he tenido nunca. Se limitan a tomar apuntes, de vez en cuando susurran algo, y responden en voz muy baja si yo les pregunto algo. Los españoles de esta brigada se contagian de este silente proceder de los chicos de Ecuador, y la calma reina en el aula. A nadie se le ocurre jamás preguntar nada, y si pueden, responden moviendo sus cabezas, pero sin abrir la boca. No los calificaría de apáticos, pues ponen cara de interés, escriben ávidamente y sonríen cuando les parece que deben hacerlo. Los resultados de sus exámenes son tan discretos como su habitual actitud. Ninguno destaca por encima de los demás, pero tampoco ninguno demuestra ineptitud en la asignatura.
Tanto silencio, tanta calma, tengo que admitirlo, no es normal, y en el fondo me tiene un poco confuso, por no decir molesto. Así que he decidido indagar un poco más en el comportamiento de mis alumnos ecuatorianos. Ya he descubierto varias cosas importantes: en primer lugar, no son tan callados como me parecía. Se reunen con bastante frecuencia, cuchichean, se susurran cosas, algo como consignas, códigos. También he notado que los alumnos españoles los miran recelosos ante tanto secretismo. Pero he aquí lo más importante que he descubierto: sé que hay una conspiración de los alumnos ecuatorianos en el ejército español. Aún no comprendo su estrategia, pero he descubierto su plan. Están tratando de cambiar el nombre de la asignatura de "Informática", para que desde ahorita se llame "Computación".
Sucede que últimamente el ejército español se ve reforzado con muchachos y muchachas de otros países, especialmente sudamericanos. Cosas de la vida. Vienen muchos, así que quiera Dios y los Señores de la Guerra que siempre tengamos buenas relaciones con Ecuador, porque si no tendremos al enemigo en casa. El caso es que desde hace unos meses, doy clase a una brigada en la que la mitad son ecuatorianos. Los ecuatorianos son educados, amables, y por lo visto, silenciosos. Es la clase más silenciosa que he tenido nunca. Se limitan a tomar apuntes, de vez en cuando susurran algo, y responden en voz muy baja si yo les pregunto algo. Los españoles de esta brigada se contagian de este silente proceder de los chicos de Ecuador, y la calma reina en el aula. A nadie se le ocurre jamás preguntar nada, y si pueden, responden moviendo sus cabezas, pero sin abrir la boca. No los calificaría de apáticos, pues ponen cara de interés, escriben ávidamente y sonríen cuando les parece que deben hacerlo. Los resultados de sus exámenes son tan discretos como su habitual actitud. Ninguno destaca por encima de los demás, pero tampoco ninguno demuestra ineptitud en la asignatura.
Tanto silencio, tanta calma, tengo que admitirlo, no es normal, y en el fondo me tiene un poco confuso, por no decir molesto. Así que he decidido indagar un poco más en el comportamiento de mis alumnos ecuatorianos. Ya he descubierto varias cosas importantes: en primer lugar, no son tan callados como me parecía. Se reunen con bastante frecuencia, cuchichean, se susurran cosas, algo como consignas, códigos. También he notado que los alumnos españoles los miran recelosos ante tanto secretismo. Pero he aquí lo más importante que he descubierto: sé que hay una conspiración de los alumnos ecuatorianos en el ejército español. Aún no comprendo su estrategia, pero he descubierto su plan. Están tratando de cambiar el nombre de la asignatura de "Informática", para que desde ahorita se llame "Computación".
Labels: secretos de confesión
2 Comments:
Debo confesarlo: Yo también soy profesora de inglés. O lo fui, o lo soy, bueno, es una de esas cosas que nunca te abandonan... usted lo sabe bien y yo lo sé bien. La vida da vueltas y yo sigo sintiendome con ganas de enseñar la lengua de Shakespeare... no he terminado entre soldados ecuatorianos, pero sí en una guardería en su momento... lo envidio, quiero alumnooossss...
Mis doce saludos desde la noche.
A veces está bien. Otras veces acabo hasta el bombín de explicar el verbo to be. Aunque también es todo un reto ingeniárselas para que un alumno que está predispuesto y condenado a no entender nada logre al menos tener alguna noción del "I am, you are..."
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