El tomate
Cuando se puso el calcetín, no se dio cuenta de que tenía un agujero y que por él salía el dedo gordo. A medida que el día avanzaba, la tela del calcetín se descosía cada vez más, el agujero aumentaba, hasta que finalmente era todo el pie el que entraba por ese orificio. En una suerte de irremediable tracción absorbente, cual agujero negro, tras el pie cayó la pierna y finalmente el cuerpo entero desapareció sin dejar rastro. Lo único que quedó fue un guiñapo de tela que por la mañana había comenzado siendo un calcetín.
Labels: trucos
1 Comments:
plas, plas, plas, plas...
Post a Comment
<< Home