Tuesday, June 19, 2007

Regresión

Han abierto una nueva cafetería en mi barrio. Según pasaba por delante de ella, recordé que antes allí había la consulta de una psicóloga. A continuación me pregunté por qué demonios sabía yo eso, y fue entonces cuando tuve un flash súbito e insólito de mi infancia que me trajo la respuesta. Es que YO IBA a esa consulta. ¿Cómo? Oh, dios. ¿Cómo era posible que hasta ahora nunca hubiese recordado ese episodio de mi vida? A medida que me alejaba de la cafetería, confuso por esta revelación, me preguntaba los motivos por los que mis padres me habían mandado allí cuando era pequeño. No había duda, ahora recordaba que en efecto había habido varias sesiones de psicóloga, que alguna vez tuve que salir del colegio antes que los demás niños para asistir allí. ¿Por qué? ¿Qué oscuro secreto guardaba mi infancia? ¿Acaso levantaba las faldas a las niñas? ¿Comía plastilina? ¿Hablaba con un amigo imaginario? Ciertamente removido por la angustia, decidí averiguarlo cuanto antes. La primera persona a la que encontré fue mi abuela, y disparé mi pregunta:
- ¿Por qué de pequeño iba al psicólogo? Quiero respuestas.
- Pues... no sé. Tenías mala letra. Creo.
¿Mala letra? Pues claro. Y aún la tengo. En ese caso, la psicóloga no ayudó mucho. A veces incluso tengo que preguntar a otras personas qué creen que he escrito, pues ni yo mismo lo entiendo. Pero esa no puede ser la respuesta. ¿Al psicólogo por mala letra? No me lo creo. La investigación proseguirá con mis padres.
- Mamá, no me ocultes nada. ¿Por qué me mandasteis al psicólogo cuando era pequeño? ¿Era pirómano? ¿Me ponía tu ropa? Dímelo.
- Es que tenías mala letra -responde mi madre.
- Dime la verdad, mamá. ¿Por qué?
- Por la mala letra, en serio.
- Pero mamá, si sigo teniendo mala letra, ¿cómo iba a ir al psicólogo por eso? Me haría falta caligrafía, pero no un psicólogo. ¿Seguro que no hacía dibujos de payasos ahorcados?
- Tenías muy mala letra. Hacías las erres al revés.
Esta nueva declaración me dejó atónito. Las erres al revés. Desde luego, ese defecto lo he corregido, ahora no hago las erres al revés. Mis erres son bastante indescifrables, se confunden con las enes, o con caracoles, pero desde luego no están al revés. Me di por satisfecho e incluso di las gracias a mis padres por haber sido tan sensatos de llevarme a una psicóloga que resolviese el problema de mi grafía (especialmente el de las erres, no creo que haya ayudado en mucho más).
Días después, se me ocurrió inaugurar la nueva cafetería. Mientras me tomaba un café, saqué un bolígrafo y un trozo de papel. Garabateando algunas palabras sin sentido, escribí algunas erres al revés, y no sé, por un instante me pareció que de alguna extraña manera, en ese lugar, mi cerebro aceptaba que las erres mirasen hacia la izquierda. Durante un segundo, levanté la mirada hacia el camarero, como buscando su aprobación.

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1 Comments:

Blogger Cat Ballou said...

A mí me convence eso de que hablabas con un amigo invisible. No sé, te veo en ese papel, no me preguntes por qué.

Wednesday, 20 June, 2007  

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