Wednesday, June 20, 2007

Highway to Hell

- Me voy a Coruña- suelo decir.
- ¿Y a qué? -me preguntan.
- A coruñesear -respondo.
Sí, pero hoy he vuelto a escaparme y a medida que conducía autopista adelante me he dado cuenta de que ahora han puesto el mismísimo maldito infierno allí, y en esas circunstancias las cosas están mucho más difíciles. Nada más llegar, el letrero atrae mi mirada con un magnetismo ineludible con su cuatro letras mayúsculas: FNAC. Ahí está, en plena inauguración. Como nos conocemos, me he traído una cuerda y le pido a una señora si sería tan amable de atarme las manos para que una vez dentro yo no pueda hacer uso de mi instinto compulsivo o cleptómano. La señora, con una habilidad sorprendente a la hora de atar (se diría que lo hace todos los días), se muestra comprensiva ante mi debilidad. Doble nudo. Una vez dentro, pues ya se sabe, la locura de siempre, ojos saliéndose de su celda de seguridad, maldiciones, terribles aullidos, babas, temblores... Esta vez, atado de manos, no me ha quedado más remedio que salir de allí de vacío, pero cómo resistirse a la próxima y a la próxima y a la próxima...
Creo que la conclusión que he sacado hoy, día de apertura de la FNAC coruñesa, es que es el lugar donde me gustaría morir. Un día que no tenga dinero, por ejemplo. Hoy mismo habría estado bien.

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