El mueble
A la gente le gusta llamarme una gran variedad de cosas y calificarme de diversas maneras. Algunas veces estoy de acuerdo y otras muchas veces no. El otro día, sin ir más lejos, alguien me llamó mueble, y en esa ocasión no supe muy bien si aceptarlo o negarme rotundamente. Por un lado, me pareció un apelativo ciertamente cómodo, estar hecho quizás de madera de buena caoba, ser firme y resistente... Por otro lado, era evidente que esta designación se me daba queriendo poner de manifiesto cierta rigidez a la hora de dar pasos hacia adelante, demasiada inmovilidad llegadas ciertas ocasiones merecedoras de pies con plumas. Admito que sí... pero no. Detecto demasiados vaivenes, fluctúa demasiado mi sangre para que el inmovilismo me atenace. Entonces lo tuve claro. Está bien, soy un mueble, pero un mueble que se mueve. Es decir, soy una mecedora. Mi vida se ve sumida en el efecto rocking chair del palante y patrás, en el fauteuil à bascule del vou non vou. ¿Cuál es la diferencia entre eso y ser una butaca? Pues posiblemente ninguna, pero salvamos las apariencias.
Mientras le daba vueltas a estos asuntos, aparecieron por sorpresa los Traveling Wilburys. En estas dos últimas semanas se me han aparecido más veces que en el resto de mi vida. Y en cuanto vi este vídeo, y vi aparecer esa significativa mecedora con la guitarra del recién desaparecido Roy Orbison, me sentí un poco reconfortado. Quizás triste, sí, pero con un vago consuelo de que por muy de madera que sea, mi balanceo pueda dejar un rastro, pueda salpicar alguna chispa o atraer un hada que me convierta en un niño de verdad. Y lo intento, lo intento.
Mientras le daba vueltas a estos asuntos, aparecieron por sorpresa los Traveling Wilburys. En estas dos últimas semanas se me han aparecido más veces que en el resto de mi vida. Y en cuanto vi este vídeo, y vi aparecer esa significativa mecedora con la guitarra del recién desaparecido Roy Orbison, me sentí un poco reconfortado. Quizás triste, sí, pero con un vago consuelo de que por muy de madera que sea, mi balanceo pueda dejar un rastro, pueda salpicar alguna chispa o atraer un hada que me convierta en un niño de verdad. Y lo intento, lo intento.
Labels: enfermedad, música, secretos de confesión
1 Comments:
Para ser exactos el calificativo fue 'supermueble'. Así que según tu disertación serás un supermecedora... o no... o qué sé yo...
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