Monday, March 31, 2008

Lugrís

El dependiente de la tienda no sabía de qué le hablaba, por supuesto. Me enseñó diferentes camisas de diferentes tonalidades de azul, pero la que yo quería era azul marino Lugrís. Ninguna se adecuaba a las circunstancias. Pero todo el día me lo había pasado dentro del cuadro, flotando tras el cristal, entre los marcos, sobre los azules imposibles, y el mundo en el que viven ustedes no era real, ni las palabras que definen los objetos, mucho menos los colores. El jardín del pulpo del señor de los anillos, quizás. Las piernas no importaban, ni los brazos, ni esas leyes que en otro momento habían sido tan procedentes, ya saben, de la gravedad, de Murphy, de la botella. Era un universo de azul y oxígeno donde respirar se volvía misión de toda la piel, sin esfuerzo alguno. ¿Podría ser acaso el ojo de alguien? Ante tal posibilidad, busco a Lugrís en los iris que se desplazan, en los ojos que se vuelven hacia mí en mis sueños, dispuesto a zambullirme a la primera oportunidad, loco por atrapar el mar que me atrape.

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