¡Amnistía! ¡Libertad!
Cuando era pequeño, mi abuelo me llevaba a muchas manifestaciones. Me subía a sus hombros y caminábamos las calles de Ferrol detrás de una pancarta. Mi abuelo era alto, y yo desde ahí arriba lo observaba todo, por ello era capaz de calcular el número de manifestantes a la perfección.
-¿Cuánta gente había hoy? -me preguntaba mi abuelo.
-Siete mil millones ochenta y cinco- contestaba yo. Y era infalible, pues mi abuelo se reía y me daba la razón. Me tomaba muy en serio mis participaciones en las manifestaciones sobre los hombros de mi abuelo, y mucho más la de estimar los participantes.
Un día, mi abuelo me llevó a un mercadillo. Como casi siempre, me colocó sobre los hombros, y desde allí, viendo que la calle estaba llena de gente, me creí que estaba en una nueva manifestación. Miré a mi alrededor. Sí. Claramente allí habiá novecientos millones seiscientas quince personas. Y desde luego, necesitaban un impulso. Sin pensármelo dos veces, alcé el puño y grité:
-¡Amnistía! ¡Libertad!
Rápidamente mi abuelo me bajó de sus hombros, y después de que le comunicase el número de silenciosos manifestantes, me dijo que si me callaba me compraría un helado.
-¿Cuánta gente había hoy? -me preguntaba mi abuelo.
-Siete mil millones ochenta y cinco- contestaba yo. Y era infalible, pues mi abuelo se reía y me daba la razón. Me tomaba muy en serio mis participaciones en las manifestaciones sobre los hombros de mi abuelo, y mucho más la de estimar los participantes.
Un día, mi abuelo me llevó a un mercadillo. Como casi siempre, me colocó sobre los hombros, y desde allí, viendo que la calle estaba llena de gente, me creí que estaba en una nueva manifestación. Miré a mi alrededor. Sí. Claramente allí habiá novecientos millones seiscientas quince personas. Y desde luego, necesitaban un impulso. Sin pensármelo dos veces, alcé el puño y grité:
-¡Amnistía! ¡Libertad!
Rápidamente mi abuelo me bajó de sus hombros, y después de que le comunicase el número de silenciosos manifestantes, me dijo que si me callaba me compraría un helado.
Labels: secretos de confesión
1 Comments:
¿De qué era el helado?
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