Durmiendo bajo la lluvia
No sé muy bien qué ocurrió.
Quizás desaparecí un instante, y nadie se apercibió de mi ausencia.
O tal vez, aparecí de repente, y nadie notó mi presencia.
En cualquier caso, da lo mismo. Nada de eso habla a mi favor de mi cuerpo. No sé si soy un espectro o un error de raccord. Parte del escenario o la gota de lluvia de la manguera de bomberos. Yo mismo o mi reflejo en el espejo.
Entonces, sólo para contrariar, en medio de la lluvia llevo mi cama a la calle. La luna está en un cuarto creciente hacia la jauría y la demencia, pero yo ya me he afiliado a todas sus promesas. Hago surf con el colchón, los caudales que inundan las calles son mi canal de comunicación, y aún dormido navego sobre las plumas y las flores y las nubes. Nadie me ve, pero todos me saludan. Me ofrecen sus paraguas, y es que llueve a toneladas de perros y gatos, y de agua bendita, todo es una bendita inundación que cala los huesos de los diosaurios del museo. Yo declino las ofertas de refugio, lo absorbo todo, atraigo toda esa lluvia, bebo y empapo mis venas, han empezado a brotar flores en mis manos, arbustos en mis brazos, maleza en mi vientre, y ya soy Dafne bajo la lluvia, y mi colchón es el bosque de Arden.
Cuando escampa, no hay nada. Ni nadie. Yo seguiré desaparecido, probablemente esperando a aparecer en el espejo cuando ese maniquí que usa mi cuerpo decida mirarse en él. Quizás en algún lugar que nadie conoce estoy durmiendo, esperando la lluvia. Allí tampoco hay nada. Ni nadie. Bueno, sí, quizás allí hay (soy) un bosque.
Quizás desaparecí un instante, y nadie se apercibió de mi ausencia.
O tal vez, aparecí de repente, y nadie notó mi presencia.
En cualquier caso, da lo mismo. Nada de eso habla a mi favor de mi cuerpo. No sé si soy un espectro o un error de raccord. Parte del escenario o la gota de lluvia de la manguera de bomberos. Yo mismo o mi reflejo en el espejo.
Entonces, sólo para contrariar, en medio de la lluvia llevo mi cama a la calle. La luna está en un cuarto creciente hacia la jauría y la demencia, pero yo ya me he afiliado a todas sus promesas. Hago surf con el colchón, los caudales que inundan las calles son mi canal de comunicación, y aún dormido navego sobre las plumas y las flores y las nubes. Nadie me ve, pero todos me saludan. Me ofrecen sus paraguas, y es que llueve a toneladas de perros y gatos, y de agua bendita, todo es una bendita inundación que cala los huesos de los diosaurios del museo. Yo declino las ofertas de refugio, lo absorbo todo, atraigo toda esa lluvia, bebo y empapo mis venas, han empezado a brotar flores en mis manos, arbustos en mis brazos, maleza en mi vientre, y ya soy Dafne bajo la lluvia, y mi colchón es el bosque de Arden.
Cuando escampa, no hay nada. Ni nadie. Yo seguiré desaparecido, probablemente esperando a aparecer en el espejo cuando ese maniquí que usa mi cuerpo decida mirarse en él. Quizás en algún lugar que nadie conoce estoy durmiendo, esperando la lluvia. Allí tampoco hay nada. Ni nadie. Bueno, sí, quizás allí hay (soy) un bosque.
Labels: mi otro yo, pepedanterías
4 Comments:
Allí hay alguien. Estás tú.
Bueno, si pudieras aportar una foto para demostrarlo y convencerme...
¿Te olvidas de que se te veía de espaldas en cierto vídeo sobre Ferrol?
Llevas unos posts que me entran ganas de decirte que espabiles la caraja. Pero como eres buena gente, mejor te mando un par de bicos y un abrazote :-D
Y abrígate, que hace frío (y ya, si encima llueve, ni te cuento :-))
¿Que espabile la caraja, dices? ¡Pero si es una caraja muy cool y autocomplaciente! ¿Qué sería de este blog sin ella? :-P
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