Friday, September 04, 2009

París día 5

Salí temprano del hotel con la sana intención de entrar de una vez por todas en la catedral de Notre Dame sin necesidad de unirme a una de esas largas colas que se formaban durante el día. Fue una buena idea el poder ver el interior sin una aglomeración impertinente de turistas. Lástima que para cuando permitieron el acceso a las torres, a las 10 de la mañana, ya se había formado una cola considerable, así que opté por dejar las torres de Notre Dame para otra ocasión.
Comencé la marcha hacia el Jardín de las Plantas. Ya sé que había prometido ir a todas partes en metro, pero es que no puedo contenerme, y por las mañanas no notaba tanto el cansancio. De camino me detuve en una librería donde vendían libros de Hemingway en francés y de Balzac en inglés, y como me encantan esta clase de transmutaciones, a punto estuve de comprar una edición francesa de Hemingway.
Cuando llegué al Jardín de las Plantas (una vez más, ayudado por el mapa, sin hacerlo por el camino más corto) pude oler el extraño aroma a menta y otras plantas medeicinales que desprende el jardín. Dentro descubrí también un pequeño zoológico, y no dudé en pagar la entrada y hacer una visita a unos cuantos lagartos, flamencos, avestruces, monos y cabras. Comenzaban a caer algunas gotas de lluvia cuando salí del zoo, no sin antes advertir a la señora de la taquilla:
-Tienen que hacer algo con ese mono. Estaba leyendo un libro de Hemingway.
-Es normal- respondió ella.
-No me diga que es normal- respondí yo. -Es un mono, y está leyendo a Hemingway.
-Es que Hemingway estuvo aquí - respondió la señora, y ante esta revelación salí lentamente del jardín, conmocionado, sin mirar atrás, conteniendo la respiración y tratando de no hacer sombra.
Olvidémonos de Hemingway (¿dónde no ha estado Hemingway?). Recorrí la calle Mouffetard en busca de un mercadillo que no había durante un buen rato, comí una sopa de cebolla, y me dirigí al Panteón. Pagué otra entrada, vi el péndulo de Foucault, la tumba de Rousseau, la de Voltaire, la de Victor Hugo y la de Zola. Todos muertos, efectivamente. Regresé al Sena, y compré un billete para una vuelta en barca. Como todavía faltaba una hora para la salida y empezó a llover algo más fuerte, decidí tomarme una coca-cola en una cafetería al lado de Notre Dame. Cuando me trajeron la cuenta y vi que me iban a cobrar 9 euros con 60, me dio un ataque de risa. Comencé a reírme con tantas ganas, tanto estrépito y carcajada batiente, que mi risa se contagió al resto de la clientela, hasta a los camareros y a las gárgolas de la catedral. Nos reímos y reímos sin parar, creo que todo París comenzaba a partirse de risa, hasta que por fin me cansé, saqué un billete de 10 euros y dije: "Quédese con el cambio", lo cual nos causó un nuevo y genuíno ataque de risa que creo que se extendió por toda la Galia. Ay, estos franceseas y su humor...
A los diez minutos de montar en la barca comenzó la tormenta del siglo. Qué bien, la tormenta perfecta, ahora nos iremos a pique. Soy George Clooney. Todos los pasajeros nos refugiamos en la parte de abajo de la barca, la que estaba cubierta, y desde allí comenzamos a ver pasar París. Primero el Louvre, luego el museo de Orsay... Pero no me iba a conformar con verlo todo a través de un cristal. Me decidí, y volví a subir a la parte de arriba de la barca, bajo la lluvia, y desde allí comencé a sacar fotos de todo. Allí solo, empapándome, comencé a saludar a la gente que pasaba por el Pont Neuf, y como en la barca pusieron una canción conocida, comencé a cantar y a bailar.

esta es la canción, bailen, bailen


Joder, estaba en París, los relámpagos caían tras la Torre Eiffel, yo bailaba bajo la lluvia en un barco y la gente bajo los paraguas me saludaba. Fue un instante de euforia, de plena felicidad, en el que me di cuenta que no preferiría estar en ningún otro lugar ni con nadie más.
Paris, je t'aime.

1 Comments:

Blogger pasaxeira said...

Llevabas el sombrero cuando pediste la Coca cola?
Jajajaajajjaaja creo que estoy notando la reverberación de la risa, si es que el humor francés siempre me costó pillarlo pero cuando lo pillo queda reverberando un buen rato en mi cara… ¿pero qué gilipollez de comentario estoy escribiendo?
En fin, me gusta Paris día 5, sobro todo desde que descubrí que hay monos que leen a Hemingway.

Saturday, 05 September, 2009  

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