Lunas

Hacía tiempo que le venía pasando desapercibido a la luna. El mes pasado la despisté con un viaje a Londres, así que entre torres y baker streets, pude confundirla. En otras ocasiones logré hacerme fuerte entre las sábanas y con un escudo de ojos muy cerrados, me mantuve inmune a su influjo.
Supongo que por todo ello he pagado esta noche. La luna llena de abril tocaba los bongos en la ventana norte. Su sonrisa me deslumbraba, su respiración era ensordecedora. De un soplido me lanzaba disparado por el pasillo, hasta que me dejaba en la ventana sur, donde oh sorpresa, me encontraba de nuevo una luna llena, esta vez la de marzo, que había vuelto a por mí, en venganza. En la ventana oeste me encontraba con toda la neurosis de la luna llena de febrero, y en el ventanuco oriental estaba un resumen de todas las lunas llenas del año dispuestas a saldar cuentas. Hasta cuatro lunas llenas he contado esta noche, y seguro que había más, pero no tengo tantas ventanas ni puntos cardinales.
Con este panorama lunar, toda la noche me la pasé postrado ante semejante constelación, resignado a un merecido insomnio y desasosiego de grillos y buhos.
Todavía sigo despierto. Irradio luna por los ojos, luna circula por mis venas, todavía mi boca contiene sabor a luna en cada posición de mi lengua, y me costará lo mío acabar limpio de esta sobredosis. Supongo que la próxima vez tendré que ser hospitalario y recibirla como buen anfitrión, o sirviente, o lo que sea que soy para ella.