Montes
Me puse a la cola para pagar y me di cuenta de que la persona que tenía delante era Andrés Montes. Vamos, el que comenta los partidos de fútbol con su peculiar estilo. Lo reconocí por sus pantalones horribles y porque se compraba un disco de Van Morrison.
Cuando veo a un famoso, no me contengo. Siempre tengo que decir algo. Tengo la teoría de que los famosos están en el mundo para eso, para que la gente corriente les digamos cosas cuando los vemos. Sin embargo esta vez... Quise contenerme. Me propuse ignorar a Andrés Montes. No pienso decirle ni pío, ni fútbol con fatatas ni nada. Soy una persona con cordura y sé controlarme. Entonces me sonó el móvil y me perdí. LLevándome el teléfono al oído respondo a voz en grito:
-¡DIME ALGO, SALINAS!
Si es que no tengo remedio. Montes me miró de reojo y seriamente. Casi pude oírle pensar "este tío es tonto", o algo así.
Cuando veo a un famoso, no me contengo. Siempre tengo que decir algo. Tengo la teoría de que los famosos están en el mundo para eso, para que la gente corriente les digamos cosas cuando los vemos. Sin embargo esta vez... Quise contenerme. Me propuse ignorar a Andrés Montes. No pienso decirle ni pío, ni fútbol con fatatas ni nada. Soy una persona con cordura y sé controlarme. Entonces me sonó el móvil y me perdí. LLevándome el teléfono al oído respondo a voz en grito:
-¡DIME ALGO, SALINAS!
Si es que no tengo remedio. Montes me miró de reojo y seriamente. Casi pude oírle pensar "este tío es tonto", o algo así.
Labels: enfermedad, secretos de confesión
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