Thursday, December 18, 2008

Las leyes del desorden y la tontería.

Ya se le notaba al día que venía cargadito de destino, confabulando con las leyes del desorden y la tontería. Mi plan era terminar las clases a las seis de la tarde, irme a casa, tomar un colacao y esconderme debajo de la cama, pero ya desde por la mañana daba la impresión de que nada saldría bien. El día empezó con el viento de protagonista rompiéndome el paraguas de Elvis Presley que por 20 euros me había comprado un día en Bilbao escapando de la lluvia. Primer aviso. Un poco después una llamada telefónica me dejó claro que el plan era sin duda inviable. Un compañero acababa de operarse de no sé qué en la boca y el médico le advirtió de que no debería salir de casa, así que yo iba a substituirlo, a las siete. Con apenas un rato para salir de clase y hacer fotocopias de algún ejercicio que pudiese emplear en una clase inesperada, me apresuré calle abajo y lluvia arriba hacia una copistería de la que me echaron porque allí no hacían fotocopias de libros, sus razones tendrían, disculpen mis tendencias delictivas. Tres manzanas más allá, otra copistería, llena de gente haciendo cola, tratando de fotocopiar sus porciones de destino al mismo tiempo que yo. No había tiempo. Las seis y media, debía dirigirme al coche y aplicar el plan b, nada de fotocopias, nada de ejercicios, acelerar, llegar a clase a tiempo y explicar teoría y dar rienda suelta al rotulador sobre la pizarra. Conduje despacio. Compréndanme, pero ese día estaba cargado de mal fario y no había que tentar a las curvas. Por eso llegué tarde a clase. Tarde y sin fotocopias. Mis alumnos comenzaban a estar ya esperanzados con la ausencia del profesor y por ello lanzaron una queja de decepción nada más verme, medio en serio, medio en broma.
-¡Eh! ¿Qué recibimiento es ése? ¡Cualquier día me lanzan los zapatos!

Por la noche cayó un trueno que tronó demasiado. Supongo que por ello el modem se asustó y dejó de funcionar. Y yo, sin paraguas, sin tiempo, sin conexiones, sin palabras apenas para emitir un quejido. Pero ahí estoy, con miles y miles de recursos, con envoltorios brillantes, con palabras mágicas y sonrisas combativas, burlando a todos los segundos que se agolpan en mi contra, blandiendo mi espíritu inquebrantable como un escudo. Ya habrá tiempo para mis otros yos. Entonces cuidado que desordenaré todo ese desorden.

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1 Comments:

Blogger pasaxeira said...

me encanta como escribes

Tuesday, 23 December, 2008  

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