Sunday, September 06, 2009

París día 6

Último día, así que las intenciones no son otras que ver todo lo que me falta por ver. Como creo que es un plan demasiado ambicioso, lo resumo en intentar ver todo lo que me sea posible ver.
Compro un billete de metro que me sirve para todo el día y voy hasta el arco de triunfo. Le hago un par de fotos, pongo cara de prisa y tomo la avenida que me lleva al Bois de Boulogne. Miren qué prisa tengo, miren.
Y la verdad es que no hay razón para tanta prisa, porque es bastante temprano y el bosque en cuestión (bueno, llamémosle parque) está absolutamente vacío, salvo por los típicos con la moral por las nubes que van a hacer deporte y las prostitutas que todavía colean de la noche (digamos que este parque no es el lugar al que ir de noche). Camino entre árboles, lagos, cascadas y puentes durante un par de horas, hasta encontrar un parquecillo dentro del mismo parque, llamado "Shakespeare", pues al parecer allí se encuentran todas las plantas y árboles que Shakespeare menciona en sus obras, además de representarse con asiduidad obras del bardo de Stratford (estos franceses... no les vale Molière, tienen que ir a pedir a casa ajena).
Regreso al arco de triunfo, vuelvo a poner cara de prisa al ver la cola que se ha formado para subirse al arco, así que cojo el metro y voy hasta Montmartre, me detengo a comprar souvenirs para la familia, paseo entre los pintores que venden sus cuadros y te hacen un retrato por 10 euros y sin ninguna compasión, digo bonjour en el museo Dalí, cojo el metro hasta el hotel, descanso quince minutos, y cojo el metro a Montparnase, que aunque no sé muy bien qué hay allí, creo que es la única zona que no he visto.
En Montparnase hay avenidas muy anchas llenas de restaurantes caros. También hay un cementerio, lleno de tumbas y esas cosas. Y la torre Montparnase, claro. Me subo a la torre (pago 10 euros por ello), y allí puedo hacer un recopilatorio de los lugares en los que he estado estos seis días, pues desde la azotea del gigante edificio se ve absolutamente todo. La torre Eiffel pequeñísima, a su lado Los Inválidos como si fueran una maqueta, una versión reducidísima de Notre Dame, un pequeño punto a lo lejos es el Sacré Coeur, una línea difusa son los campos elíseos. Si miro hacia el otro lado, encuentro un poco más grande el cementerio de Montparnase, donde al parecer NO está enterrado Jim Morrison, no porque vuelva a fundar The Doors, sino porque está en otro cementerio, aunque sí que está Jean-Paul Sartre, si miran a partir de la casa, cuenten tres tumbas a la derecha y luego seis a la izquierda, y si cuentan al revés, seis tumbas a la derecha y tres a la izquierda se encontrarán con la de Jean-Sol Partre.
Además, por este cementerio también deambulan Samuel Becket, Maupassant, Baudelaire, Stendhal, Truffaut... vamos, una fiesta. Con Alejandro Dumas no lo tengo tan claro, pues me pareció verlo en el Panteón, pero claro, como hay padre e hijo, quizás uno esté aquí y otro allí, y la verdad, la vista desde la torre no me permitía aclarar este punto.
Vuelta al metro de regreso al hotel, preparar las maletas, pedir que me hagan un desayuno mañana temprano para salir en metro hacia el aeropuerto de Orly hacia Madrid y de allí a Santiago y de allí a casa de nuevo desde donde comenzaré a contar las cantinelas de estos seis días.

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